Todos los que practican submarinismo, independientemente de su nivel, han experimentado en alguna ocasión situaciones de mayor o menor angustia bajo el agua. Estas situaciones van desde un leve estado de ansiedad por los cambios o situaciones que se producen durante una inmersión, hasta un estado de pánico en los casos más graves.

Depende en gran medida de las cualidades psicológicas de cada persona, en este caso de cada buceador, la intensidad en la manifestación de su estado frente a las diferentes situaciones que pueden darse durante una inmersión.

Hay que saber dónde bajamos


Reacciones emocionales en el buceo deportivo

Son varios los factores que motivan a una persona a realizar una actividad como el buceo deportivo: conocer y experimentar nuevas sensaciones, afán de aventura, vivir en directo lo visto en los medios de comunicación, descubrir nuevas perspectivas, etc.

En la actualidad es fácil acceder a este deporte y no son muchas las aptitudes físicas requeridas. En cambio, el comportamiento de una persona ante este nuevo reto es difícil de conocer a priori, y la respuesta ante las diversas incidencias difiere en cada individuo en función de su personalidad. En algunos casos varía considerablemente de las expectativas creadas cuando inicia la actividad.

Cada vez se está dando más importancia a los aspectos psicológicos en el buceo como causa de accidentes. Los errores humanos superan ampliamente a los fallos del material. La principal causa suele ser una pérdida total de autocontrol asociada a fatiga y agotamiento físico.

El estrés


Resumiremos el concepto de estrés como una falta de ajuste entre las personas y su entorno. Puede darse por una sobrecarga cualitativa, donde la persona no posee habilidades o conocimientos para hacer frente a la situación que se le presenta, o bien por una sobrecarga cuantitativa, donde la persona sabe enfrentarse a la situación, pero sus dimensiones o la falta de tiempo le desbordan.

A veces reaccionamos de un modo distinto


La reacción del buceador ante el desequilibrio interno o ambiental suele estar producida por los siguientes factores:

  • Ambientales: vida marina, condiciones del mar, efectos de la presión, hipotermia, etc.
  • Ergonómicos: limitaciones al confort por el traje, poca destreza en el manejo del equipo, mezclas respirables inadecuadas, etc.
  • Carga física: gran intensidad del esfuerzo físico realizado.
  • Psicofísicos: disminución de la estimulación sensorial.

Estos factores son fuente de estrés para todos. Sin embargo, existen situaciones que pueden llegar a representar para el buceador una amenaza importante para su integridad, cuando predomina el aspecto de la carga mental sobre las características físicas del medio.

Cualquier situación o estímulo, sea o no perjudicial, puede ser percibido como frustrante o peligroso y convertirse en una fuente potencial de accidente.

Cuando aparece el estrés en el buceo, conviven dos tipos de conductas: el intento de solución del problema y el de protección de la propia integridad. Si la situación estresante permanece, comienza la percepción más intensa del peligro y se van abandonando las acciones orientadas a solucionar el problema, centrándose exclusivamente en su autoprotección.

A continuación aparece el agotamiento, percibiéndose la sensación de desamparo y disminuyendo rápidamente la actividad de lucha ante el problema.

Reacción de pánico (crisis de angustia)

El pánico es un sentimiento brusco e intenso, un miedo ciego e irracional que excede a las capacidades adaptativas de la persona y da lugar a respuestas conductuales inadecuadas con pérdida total del autocontrol. El miedo es un estrés en grado máximo en el que la persona sólo puede obtener ventaja, en la medida en que se adapte a la nueva situación. Recordemos que el miedo es un legado evolutivo, fundamental para la supervivencia, que conduce a los organismos a evitar situaciones de amenaza (probablemente, nosotros estemos en este mundo porque nuestros antepasados tuvieron el suficiente miedo como para huir o reaccionar adecuadamente en un momento determinado).

Hacer cuantas prácticas se crean necesarias


Cualquier situación desconocida, sorpresiva o que requiera del buceador un esfuerzo físico intenso, puede acabar en una reacción de pánico, y las consecuencias que se pueden derivar dependerán de la capacidad de recuperar el control de la situación tanto él como su compañero de buceo.

Entre las situaciones más frecuentes que pueden provocar el ataque de pánico en el buceador están:

  • Las ocasionadas por el material: pérdida o inundación de las gafas y/o boquilla del regulador, falta de aire por diversas causas, flotabilidad negativa, etc.
  • El encuentro con animales marinos peligrosos o lesiones producidas por la fauna marina.
  • Las producidas por falta de visibilidad, corrientes, oleaje, enredos en redes, cansancio físico o enfriamiento y pérdida de la pareja de buceo.

Las complicaciones fisiológicas de la reacción de pánico son: fuerte descarga de adrenalina, taquicardia, subida de la tensión arterial, aumento del gasto cardiaco y una hiperventilación involuntaria que vuelve la respiración ineficaz.

Nos preparamos para reaccionar rápidamente ante una situación. En ese momento debemos recuperar el control, parándonos a pensar en las opciones que tenemos para resolver esa situación. También produce sequedad de boca, cefalea, distermia (oleadas de calor y frío), mareos, vértigos y otros signos y síntomas de la esfera fisiológica, cognitiva y social.

Medidas de prevención


Dado el carácter súbito de su aparición, las medidas preventivas no son fáciles de realizar. La formación es el mejor arma con que contamos.

Durante los cursos de buceo es fundamental un buen aprendizaje con repetición de ejercicios y tareas para enfrentarse a todas estas situaciones, enseñar el autocontrol, recalcar la importancia de una buena preparación física y ensalzar la frase conocida de: “En el buceo dos son la unidad”.

Aunque el tema del pánico en los manuales de buceo no se aborda en profundidad, debemos ser conscientes de que nosotros o nuestro compañero podemos enfrentarnos a un episodio de este tipo, y estar preparados.

Vigilar siempre al compañero


Si a pesar de todo aparece el estrés, los medios que disponemos son:

  • Control de la respiración: controlando el ritmo, respirar profundamente alargando el tiempo de inspiración y espiración. También podemos bajar el nivel de activación, posándonos en el fondo totalmente inmóviles -o asidos a una roca– cerrando los ojos y concentrándonos en la respiración.
  • Reevaluación de la situación que nos permita solucionar el problema o finalizar sin peligro la inmersión.
  • Apoyo del compañero: su sola presencia es a veces suficiente. Nos posicionaremos frente a él y le agarraremos con una mano por su jacket, mientras le tranquilizamos con la mirada, tratando de solucionar su problema. En la mayoría de los casos será suficiente con que perciba que no está solo. Eso le tranquilizará y dará seguridad. En casos extremos haremos un ascenso controlado a superficie, cuando no estemos obligados a hacer ninguna parada de descompresión. Controlaremos la flotabilidad y la velocidad de ascenso. En ningún caso permitiremos que el compañero haga un ascenso incontrolado. Es muy importante no retener la respiración y alargar el tiempo de espiración, mientras ascendemos. Ya en superficie, aseguraremos la flotabilidad.

En resumen: parar, respirar, pensar y actuar.

El buceo deportivo es practicado por la mayoría como una fuente antiestrés de la vida cotidiana moderna, ¡disfruta de él!