El running no se considera un deporte extremo como tal. Pero cuando se celebra en el Polo Norte, la cosa cambia. Un recorrido de 42 km sobre hielo espera a los participantes de esta aventura. Una especie de cóctel entre el senderismo con raquetas de nieve y la carrera a pie, ¡en el techo del mundo!

El Maratón del Polo Norte está registrado en el Libro Guinness de los Récords como el maratón más septentrional del planeta.

En 2011, congregó a 26 participantes cubiertos de pies a cabeza, que tuvieron el valor de embarcarse en esta hazaña extraordinaria (y el dinero, ya que la inscripción ronda los 12.000€).

Pueden participar personas de cualquier nacionalidad. Aunque se requiere un mínimo de entrenamiento, no es necesario haber corrido antes un maratón ni haber enfrentado condiciones climáticas extremas.

El Polo Norte y sus magníficos panoramas


Un poco de historia:


La primera edición de esta prueba extrema fue en 2002, cuando el corredor Richard Donovan decidió lanzarse a la aventura... ¡en solitario! Este irlandés no teme al frío: en 2009 corrió 7 maratones en 7 continentes en solo 6 días con fines humanitarios.

En 2003, la noticia del maratón en el Polo Norte se extendió y reunió a 10 valientes. Desde entonces, el evento se repite anualmente con más participantes, dirigido por Richard Donovan. El Maratón del Polo Norte 2012 será su 11ª edición. Hasta ahora, 215 personas de 34 países han completado esta proeza.

 Marathon Runners


La carrera:


Los corredores afrontan 42 km con temperaturas extremas que varían según las condiciones del día (entre -25°C y -30°C). El récord de frío se registró en 2009: ¡-37°C!

Lo más sorprendente es que se corre sobre agua congelada. No hay tierra firme, solo un camino señalizado sobre un témpano de hielo con un campamento que se desplaza con las corrientes oceánicas.

Durante la prueba, el hielo se mueve imperceptiblemente, sin riesgo para los corredores extremos, que viven una aventura segura.

 enfoque hasta el punto de llegada


Hay equipos médicos, tiendas calefactadas cada cierta distancia y operadores armados que vigilan osos polares (medidas preventivas, ya que nunca ha habido incidentes graves ni avistamientos de osos).

El mérito de estos atletas extremos rivaliza con la poesía del concepto y la belleza de los paisajes árticos. Una experiencia que dejará un recuerdo imborrable, ¡de esos que se cuentan a los nietos!

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