
Desde los primeros navegantes, la humanidad ha buscado respuestas que expliquen los principios sobre los que se fundamenta la naturaleza de los mares y que regulan lo que ocurre bajo su superficie. Antes de la necesidad de bucear, surge un profundo conocimiento de la navegación a vela o mediante la fuerza que el hombre era capaz de producir con los remos.
Es posible que uno de los objetivos de su interés fuera explotar los infinitos recursos que ofrecía el mar. Recolectar y pescar numerosas especies para comerciar, tanto con fines alimenticios como para uso ornamental en la creación de joyas y objetos diversos, siempre ha sido el objetivo de muchos pueblos costeros.

Las pruebas más antiguas las encontramos en los restos de yacimientos prehistóricos: esponjas recolectadas por buceadores de Creta, perlas y corales comercializados en Egipto desde el 3500 a.C. o madreperlas de la India que se vendían en el Mediterráneo desde el 1200 a.C.
De esta faceta de navegante surge la necesidad de recuperar los restos de barcos que, por causas muy diversas, se hundían o parte de su carga acababa en el mar. Cuando esto ocurría en aguas poco profundas, muchos se aventuraban a intentar recuperar la carga. Y esto era muy complicado cuando debían resistir bajo varios metros de agua sin respirar.
No debemos olvidar que las primeras inmersiones tuvieron sobre todo un carácter militar. Atacar barcos enemigos sin ser detectados por los soldados requería un acercamiento muy cauteloso bajo la superficie del agua.

Otros estudiosos afirman que la atracción que ejerce el mar sobre el hombre proviene de la necesidad de volver a sus orígenes. El origen y la evolución de las especies en la Tierra derivan de una transformación durante millones de años de las formas de vida procedentes de los mares. Este antiguo origen puede explicar la atracción que, desde siempre, el hombre ha sentido por descubrir lo que se esconde bajo el agua.
Nuestra naturaleza de mamíferos implica que, para sobrevivir, necesitamos un intercambio constante del aire que respiramos. Las aguas que componen los mares no son nuestro entorno natural y, por tanto, las primeras incursiones submarinas se limitaban a breves periodos en apnea. Otro inconveniente importante era la escasa visibilidad debido a la refracción de la luz bajo el agua, lo que complicaba enormemente la recolección de objetos y la captura de peces con flechas y lanzas.
El largo camino que ha trazado la evolución de las técnicas y materiales de buceo comenzó hace más de 7000 años y continúa cada día con nuevas mejoras...
Aunque actualmente aún estamos lejos de colonizar los fondos marinos, en el futuro se producirán numerosos e increíbles descubrimientos en la conquista de las profundidades submarinas que ampliarán el limitado tiempo de permanencia del que disponemos hoy.