Introducción

“Insumergible”
. De esta forma fue calificado unánimemente el Royal Mail Steamer Titanic en grandes titulares por los cronistas de la época. Y es que la seguridad era uno de los pilares básicos de este colosal vapor, concebido como una verdadera revolución en lo que a transatlánticos se refiere.

Seguridad, distinción y dimensiones sin precedentes

Con las puertas estancas cerradas, el Titanic podría permanecer a flote con dos de sus 16 compartimentos inundados e incluso con los cuatro primeros llenos de agua.

Pecio del Titanic

 
Por otro lado, contaba con el sistema sin cable de Marconi, que por aquel entonces suponía una auténtica novedad y era un factor importante para la seguridad ya que permitía a los operadores transmitir llamadas en caso de emergencia.

Provisto de 20 botes salvavidas, con una capacidad total de 1.178 personas, excedía el número legalmente requerido, a pesar de que hubiera sido necesario triplicar los botes para salvar al conjunto de los pasajeros.

Sin embargo, la cuidadosa puesta en práctica de estas medidas de seguridad no era el único atractivo del Titanic: un ostentoso despliegue de medios en la primera clase pretendía dar fundamento a las 870 libras esterlinas que costaba su billete frente a las dos libras que pagaron los pasajeros de tercera clase.

Así, con el objetivo de hacer que el alojamiento a bordo durante la excursión en barco fuera inmejorable, el interior contaba con 28 lujosos salones - el principal exhibía la gran escalinata de madera con una claraboya de vidrio incluida - y suites decoradas al estilo de Luis XV. Además, se dotó al monumental barco de instalaciones como un gimnasio, una cancha de squash, cuatro ascensores y varios baños turcos a disposición de los privilegiados pasajeros de primera clase. La inclusión del Café Parisien, un restaurante a la más pura moda francesa, era otro detalle del distinguido Titanic.

 

Una conmovedora historia

 

Junto a la seguridad y el lujo, hay que destacar las increíbles dimensiones de este trasatlántico. De hecho, su nombre no fue elegido arbitrariamente: la palabra “titán”, procedente de la mitología griega, hacía alusión a un gigante reputado por su gran fuerza y tamaño.

Titanic era justo el nombre que la compañía White Star Line buscaba para bautizar a su creación, de 300 metros de eslora y unos 30 de manga. Propulsado por dos motores de vapor -alimentados por 29 calderas- tres hélices y una turbina, el barco alcanzaba una velocidad de 22 nudos.

Conformaban su equipo, aproximadamente, 900 tripulantes que, junto con los pasajeros de las tres clases, sumaban un total de 2.227 personas, por lo que se necesitaron cantidades ingentes de víveres para abastecer a los futuros comensales: sólo la comida y la bebida incluían 40 toneladas de patatas, más de 600 libras de mantequilla y más de dos toneladas de café, además de 20.000 botellas de cerveza y 15.000 de agua mineral.

Asimismo, se transportaban centenares de sacos de correo. El prefijo R.M.S (Royal Mail Steamer) indicaba que el barco estaba legalmente autorizado por la Monarquía Británica y por los EEUU para esta misión, al igual que otros dos navíos -el Olympic y el Gigantic- pertenecientes a la White Star Line y virtualmente idénticos al Titanic tanto en tamaño como en estructura, a pesar de que éste estaba llamado a ser el buque insignia de la compañía.

 

La leyenda aún perdura

 

La colisión irreparable

El Titanic, cuya construcción se llevó a cabo en los astilleros irlandeses de Harland & Wolf, costó unos 8.500 millones de pesetas, y abandonó Belfast en la tarde del 2 de abril de 1912 con un primer punto de embarque en Southampton (Inglaterra). Allí estaría una semana durante los retoques finales para cruzar el Atlántico, por primera vez, en un tiempo récord. Tras una corta parada en Chebourg (Francia) y Queenstown (Irlanda), el Titanic estaría preparado para alcanzar su destino final: Nueva York.

A pesar de que el carbón escaseaba en Southampton, debido a una huelga nacional de mineros que se prolongó durante seis semanas, el Titanic partió dentro del horario previsto, el 10 de abril.

Ante la ansiedad de los pasajeros por llegar a Nueva York, el veterano capitán Edward J. Smith aumentó la velocidad al máximo el cuarto día de navegación.

Precisamente, a lo largo de ese fatídico 14 de abril, el Titanic había recibido siete advertencias sobre la presencia de icebergs, que fueron, automáticamente, desatendidas. A las 23:40 horas, a una velocidad de 22,5 nudos, el trasatlántico de la White Star Company chocó con un iceberg por el costado de estribor que perforó el piso doble. En ese momento, nadie se dio cuenta del alcance de la colisión, de hecho, los pasajeros de tercera clase aprovecharon para jugar al fútbol con el hielo que había caído sobre la cubierta.

Los cinco primeros compartimentos se inundaron y provocaron que el barco se inclinase tanto de proa que el agua empezó a entrar en el resto de los compartimentos contiguos.

A medianoche, el Titanic emitió su primera llamada de auxilio, que fue recibida por cinco navíos. El vapor Californian, que se encontraba a escasas millas, ignoró por completo las señales de socorro, sin embargo, el buque Carpathia emprendió de forma inmediata su rescate (aunque no llegó hasta el amanecer, pudo salvar a numerosos pasajeros).

Thomas Andrews, manager de Harland & Wollf, analizó la situación y calculó que tendrían un máximo de dos horas para actuar antes de que el barco se hundiese.

Durante la operación de salvamento se cometieron graves errores. Así, en los primeros botes se ocuparon la mitad de las plazas que permitía su capacidad total. Por otra parte, el Titanic estaba equipado con dos bombas de agua que hubieran sido capaces de achicar la inundación y, de esta forma, mantener el barco a flote durante más tiempo, pero se optó por destinar dicha energía a la iluminación del buque y el uso de la radio.

El capitán Edward John Smith

 
Con el objetivo de paliar la angustia colectiva, una famosa anécdota cuenta que la orquesta estuvo tocando a lo largo de las dos horas y media del hundimiento, instalándose, en un principio, en el salón de primera clase para terminar en la mismísima cubierta de los botes salvavidas.

Finalmente, el vapor se partió en dos - como ha quedado demostrado en investigaciones posteriores al naufragio, el acero utilizado para construir el casco del Titanic era extremadamente frágil, debido a su alta proporción de azufre: la proa se hundió de forma instantánea y la popa quedó en posición vertical, dejando al descubierto la impotencia de muchas personas, agarradas a las barandillas, que morirían congeladas.

A las 2.20 horas de la madrugada del 15 de abril de 1912, en cuestión de dos minutos, el Titanic quedó completamente sumergido, engullido por las gélidas aguas del Atlántico Norte, para reposar finalmente a una profundidad aproximada de unos 4.000 metros.

Como consecuencia de esta catástrofe, se convocó en Londres, un año después, la Convención Internacional para la Seguridad de la Vida en el Mar, donde se estableció la obligación de dotar a los navíos de un número suficiente de botes salvavidas para todos los pasajeros y la creación de la Patrulla Internacional de Hielo, cuya función es avisar a los barcos de la existencia de posibles icebergs.

Localización e intentos de recuperación

Cinco días después de la tragedia ya existía un plan para la localización del pecio. En 1913 el arquitecto Charles Smith propuso utilizar un submarino con electroimanes adaptados para levantar el casco del barco. Una segunda opción sería emplear imanes adheridos a flotadores para extraerlo hasta la superficie. Todas estas discusiones sobre el rescate del malogrado Titanic se paralizaron durante la I Guerra Mundial, la crisis económica y la II Guerra Mundial.

El primer intento científicamente serio fue el emprendido en 1980 por el magnate del petróleo Jack Grimm, quien ya se había embarcado en la financiación de expediciones para localizar el mítico Mostruo del Lago Ness. Grimm dirigió exploraciones con sonar en un área de 600 millas cuadradas, en cooperación con el Observatorio Geológico de la Universidad de Columbia, pero la operación no tuvo éxito.

Finalmente, la situación del Titanic - a una profundidad exacta de 3.810 metros y a 531 kilómetros de la costa canadiense de Newfoundland- fue descubierta en 1985, en una expedición dirigida por el doctor Robert Ballard, con el patrocinio de los Institutos de Oceanografía norteamericano y francés.

Para llegar hasta los restos del naufragio fue diseñado especialmente el batiscafo Alvin, capaz de soportar la enorme presión que existe a tal profundidad.

Posteriormente, la compañía RMS Titanic ha organizado sucesivas expediciones efectuadas a bordo del submarino Nautile, con una capacidad operativa que alcanza los 6.100 metros de profundidad.

Su llamativo color amarillo cubre una consistente esfera de titanio, en cuyo interior - de tan sólo dos metros de diámetro - se sitúa una tripulación de tres hombres. Una operación convencional a bordo del Nautile dura entre diez y once horas, incluyendo una hora para el descenso y una hora y media para ascender a la superficie.

Superviviente del naufragio

 
A medida que el submarino desciende y la temperatura también, la humedad procedente de la respiración de los miembros de la tripulación se condensa y el azul del océano va adquiriendo tonos cada vez más oscuros hasta llegar a un negro abismal. La posición del Nautilus está sometida a un control constante mediante comunicaciones electrónicas y la misión se graba íntegramente en videocámaras.

Además, este submarino cuenta con dos brazos hidráulicos que actúan con destreza. El brazo izquierdo se encarga de las tareas más delicadas ya que posee una habilidosa muñeca, capaz de efectuar un giro de 360 grados. Por su parte, el brazo derecho es mucho más potente y es utilizado en la recuperación de artefactos más pesados.

A lo largo de numerosas inmersiones han sido rescatados más de 4.000 objetos del Titanic, que se encuentran en muy buen estado, como consecuencia de la baja temperatura (unos cuatro grados) que existe en la profundidad a la que han permanecido.

La excelente conservación de estos enseres, unida a su incalculable valor histórico, han motivado la creación del RMS Titanic Museum, así como la exhibición de los artefactos recuperados en el Museo Marítimo Nacional de Londres.