Los Picos de Europa son unas montañas llamadas así por ser los primeros picos que divisaban los navegantes al avizorar las costas europeas. Esconden en su interior alucinantes paisajes que dan lugar a las rutas más realizadas por cualquier montañista. La Ruta del Cares, ubicada entre los macizos del Cornión y los Urrieles constituye la más famosa. Ante tal expectativa no pudimos contenernos y decidimos lanzarnos en esta nueva aventura y conocer, así, tanto el centro de la garganta como sus alrededores.


Paisajes increíbles

Pero antes os acercamos un poco a los aspectos que identifican esta zona, para que la vayáis conociendo y estéis preparados antes de realizar el viaje. 

  • Clima. Los Picos de Europa son esencialmente rocosos, predominando las rocas calcáreas formadas en tiempos carboníferos. También existen evidencias del pasado glaciar de la zona. Como consecuencia hay profundas depresiones, canales y cráteres.
  • Geografía. La altitud de la zona condiciona el clima aumentando el frío y las lluvias a medida que aumentamos la altura. Las cumbres suelen tener nieves perpetuas en algunas zonas sombrías. El tiempo de la zona no es estable debido a su proximidad con el mar. En invierno la nieve lo cubre prácticamente todo, lo que hace inaccesibles muchas zonas en esta época.
  • Fauna. Toda la cordillera cantábrica tiene una fauna común, siendo el rebeco la especie más representativa junto con los corzos. Otras especies relevantes son los tejones, jinetas, gaduñas, gatos monteses, urogallos y por supuesto, el oso y el lobo, aunque estos útimos no son muy numerosos.
  • Flora. Los Picos de Europa tienen una vegetación muy exuberante, hay grandes bosques en todo el territorio, detacando los hayedos. En el macizo central no hay mucha vegetación. Especies relevantes son los castaños, fresnos, robles y avellanos, mezcladas con líquenes y musgos.

El punto de arranque de nuestra ruta es la Iglesia de Santo Toribio de Liébana, ermita en la que se combinan diferentes estilos y épocas. Pero no es esta variedad lo que hace que miles de personas se acerquen a esta capilla cada cinco años. Gracias a que en su interior se encuentra el “Lignum Crucis”, el mayor trozo de la cruz donde murió Cristo, desde 1512 se celebra el Año Santo.


Recomendable al 100%

Tras la visita de la Iglesia, tomamos el único camino que nos lleva a Potes. Para conocer esta localidad nos dejamos guiar por la ruta de senderismo que nos proponen los distintos folletos. Empezamos por la Torre del Infantado, que se levanta en el centro de la villa. Es considerada el símbolo de toda la Edad Media de esta zona. Cientos de batallas y guerras han pasado delante de los ojos vigías de esta edificación del siglo XIV. Por la Calle de la Independencia nos dirigimos hacia la antigua Iglesia de San Vicente, máximo centro de atención de Potes. Es un conjunto de añadidos de  distintas épocas aunque está datada en el siglo XV. 

La Casa de la Cultura, la Torre de Orejón de la Lama o el puente medieval son algunas de las cosas que podremos encontrar caminando por estas calles. Pero esto es una parte de todo lo que ofrece la villa. Existen más monumentos distribuidos por cualquier lugar de la ciudad. Nosotros os recomendamos que tras ver todo esto os dirijáis hacia la Calle Cántabra donde podréis encontrar productos típicos de la zona.

Cogiendo la carretera dirección Vega de Liébana, llegamos hasta Valmeo. En esta localidad situada junto al río Quiviesa destaca la casa solariega  de Colmenares. A medida que avanzamos en nuestro camino, nos adentramos en el espacio verde y natural que caracteriza a los Picos de Europa. Muestra de lo que acabo de decir es Vega de Liébana, capital del municipio que lleva su mismo nombre. La iglesia parroquial junto al cementerio, la espadaña que servía de campanario para que acudiesen a misa los vecinos del concejo y el molino son los elementos principales.

El paisaje es producto de la sencillez de sus pueblos y los campos verdes que se extienden hasta las montañas lo que ha dado fama al lugar. Pequeñas construcciones de piedra que configuran los pueblos, una humildad y amabilidad propia de sus gentes, la belleza clásica de la naturaleza... Un mundo a parte que se puede ver reflejado en cualquier localidad cercana como Enterrías, Bores, etc., todas ellas dispuestas a lo largo y ancho del camino que nos lleva hasta la siguiente parada: Llánaves de la Reina.


No puedes perderte este paraíso

Más adelante dejamos atrás la cómoda carretera que hasta ahora habíamos seguido y continuamos por los caminos inhóspitos que convierten en una aventura el seguimiento de la ruta. Pero como ya está anocheciendo optamos por parar y descansar en cualquier hotel que nos dé cobijo. Ya mañana, con la clara luz del día, recorreremos lo que nos queda y por fin conoceremos la famosa Ruta del Cares.

Existen dos opciones para realizar el trayecto: o bien comenzar en Posada de Valdeón, desde donde nace el río y la verdadera Ruta del Cares, o bien  comenzar desde Caín, siete kilómetros más adelante, donde arranca la garganta divina, parte más espectacular de la ruta. Nosotros, sin poder aguantar más la curiosidad por conocer el Cares, nos dirigimos directamente hacia Caín.

Ya en Caín aparcamos el coche y nos encaminamos hacia la entrada de la ruta. La angosta garganta que se presenta ante nuestros ojos nos aventura la maravillosa combinación de agua y las rocas que dan lugar a la Ruta. El camino llano que desde allí parte discurre encajonado entre verticales paredes y caídas de vértigo que parecen no tener fin. Una sucesión de cuevas y túneles nos abren la puerta hacia el mundo en el que el Río Cares es el rey.


La naturaleza como habías esperado

A pesar de ser tan sólo 12 kilómetros desde Caín hasta Puente Poncebos nosotros nos damos la vuelta antes de llegar ya que habíamos dejado el coche en Caín y no nos daba tiempo a recorrer la garganta dos veces: una de ida y otra de vuelta. Por este motivo, os aconsejamos que o bien le dediquéis todo un día a la ruta o bien llevéis dos coches de tal forma que dejéis uno en cada punto para poderos mover de un pueblo a otro sin dificultad.

Tanto ir y venir nos ha abierto el apetito. Y, aprovechando que nos encontramos en una de las zonas más ricas de España gastronómicamente, nos dirigimos hacia cualquier pueblo cercano donde podamos disfrutar de una buena comida. Nosotros os lo dejamos a vuestra elección. Pero no os preocupéis porque cualquiera de los pueblos de esta zona saciará todo vuestro  apetito, dejándoos buen sabor de boca. ¡Qué aproveche!