En concreto, te hablamos de la reserva marina de la isla de Cabrera. Este es uno de los pocos lugares donde podrás encontrar fauna y flora mediterránea tal como era hace cincuenta años. ¿Quieres conocerlo con todo lujo de detalles?
Una historia fascinante
Ubicado a unas seis millas al sur de Mallorca, el archipiélago de Cabrera está formado por 19 islas e islotes. Cabrera es la isla deshabitada más grande del Mediterráneo español, pero esto no le quita lo fascinante a su historia.
Nunca tuvo población estable, lo cual resulta sorprendente dada su cercanía a Mallorca, la riqueza pesquera tradicional de sus aguas y la presencia de un magnífico puerto natural.
Los primeros rastros de presencia humana se remontan a la Edad de Bronce, de la cual quedan restos talayóticos que probablemente corresponden a ocupaciones temporales del islote.
En los siglos siguientes, Cabrera fue lugar de descanso y refugio para cartagineses, fenicios y romanos en sus rutas comerciales; ánforas y pecios son parte del legado sumergido que dejaron estas culturas, testimonio de la historia mediterránea.
Durante los siglos XVI al XIX
En el siglo XVI, fueron los piratas turcos y berberiscos quienes usaron el archipiélago y su puerto natural como base para sus incursiones a la costa sur de Mallorca. Para defender las islas de estas invasiones se construyó en la entrada del puerto el castillo, una maravillosa obra arquitectónica totalmente integrada al paisaje. La fortificación parece haber surgido de las entrañas de la tierra y aparece como una prolongación natural de la montaña, dominando toda la bahía de la isla.
De 1808 a 1814 ocurrió un macabro episodio en la isla, que representa el capítulo más oscuro de este archipiélago. Tras la derrota de las tropas de Napoleón en la batalla de Bailén, unos 9,000 prisioneros franceses fueron confinados en Cabrera y abandonados a su suerte. Durante seis largos años, el Mediterráneo sería su único carcelero.
Los asesinatos, las enfermedades y la escasez de alimentos y agua redujeron la población, de la cual solo sobrevivieron 3,600 personas, liberadas en 1814. Si visitamos el castillo, veremos en sus paredes morbosas inscripciones que en su día escribieron los prisioneros franceses.
Parque Nacional Marítimo-Terrestre del Archipiélago de Cabrera
Hoy en día, Cabrera se ha convertido en un auténtico tesoro biológico, una maravillosa reserva para contemplar y disfrutar del verdadero Mediterráneo. Es el destino buscado por numerosos navegantes en verano para disfrutar de sus paisajes espectaculares. Sus aguas e islotes albergan numerosas especies amenazadas: plantas, reptiles, aves, diversas especies marinas... Cabrera se ha convertido en una verdadera reserva de biodiversidad.
Los muros verticales que caen abruptamente hacia las profundidades, con grandes bloques al pie de las paredes, son el paisaje predominante en las inmersiones de Cabrera.
En todo el archipiélago, el buceo solo está permitido en una zona restringida donde podrás sumergirte rodeado de enormes y numerosos meros. Observaremos de cerca a uno de los reyes del Mediterráneo, antiguo dominador de los fondos rocosos y hoy prácticamente desaparecido en casi toda la costa española.
Los fondos marinos albergan inmersiones maravillosas y variadas: restos de pecios llenos de ánforas, paredes de grandes gorgonias rojas (Paramuricea clavata), cuevas submarinas con coral rojo (Corallium rubrum), grandes praderas de posidonia (Posidonia oceanica) con campos de grandes nacras (Pinna nobilis), el molusco más grande del Mediterráneo, etc. La excepcional visibilidad, de hasta 50 metros, nos permite disfrutar al máximo nuestros paseos submarinos.
Las mejores inmersiones
No tendremos oportunidad de ver todas las posibilidades de buceo debido a las restricciones de buceo impuestas por las normas del parque. La zona de buceo más popular está cerca del Cap Llebeig, situado a la salida del puerto de Cabrera. Se trata de un acantilado abrupto cuyas paredes caen bruscamente hacia las profundidades. Así que al sumergirnos debemos estar atentos al profundímetro.
Debido a las condiciones excepcionales de buceo, con visibilidad de unos 50 metros, y la verticalidad de la plataforma marina, la sensación de descenso no es tan evidente como en condiciones menos favorables. Por eso, es fácil distraerse disfrutando de la inmersión y llegar a profundidades riesgosas de alrededor de 40 metros.
El atractivo de las inmersiones en esta zona está en la abundancia y variedad de peces que veremos. Inmediatamente notaremos el llamado "efecto reserva", por la alta presencia de especies de peces casi desaparecidas en la mayoría de nuestras costas: corvinas, abadejos, meros, etc.
Esta zona del parque es la más visitada por buzos atraídos por la concentración de grandes meros (Epinephelus marginatus) que pueden superar los treinta kilos. Los meros se acercan a distancias mínimas a los buzos debido al hábito de recibir comida, aunque está prohibido por las normas del parque.
Para aprovechar al máximo la inmersión, lo recomendable es descender directamente a la profundidad máxima (30 a 40 metros), donde pasaremos rápidamente el tiempo observando los grandes meros y grupos de enormes dentones. El tiempo limitado a esta profundidad nos obligará a ascender poco a poco a aguas más superficiales.
Allí podremos terminar nuestra inmersión, mientras hacemos nuestra parada de seguridad, contemplando el hermoso paisaje submarino de aguas poco profundas, donde nadan grandes bancos de sargos. Los amantes de los detalles disfrutamos aquí del recubrimiento de los bloques rocosos, las paredes y los salientes.
Los abusos del hombre
Dentro de las aguas del parque, la pesca profesional sigue practicándose. El trasmallo, la moruna y el palangre son las artes más usadas por la flota profesional que trabaja en las aguas del archipiélago. El efecto reserva que explica la recuperación de cardúmenes de ciertas especies (meros, dentones, etc.) se debe a la prohibición total de la pesca submarina.
El Parque Nacional de Cabrera es prueba evidente del daño de esta actividad deportiva. La única limitación que existe, a diferencia del resto de la costa mallorquina, es la imposibilidad de practicar pesca submarina, actividad que ha exterminado numerosas especies de los fondos rocosos (mero, corvinas, etc.) a lo largo de la costa de Mallorca.
Cabrera es una isla de vida en un mar sobreexplotado y casi agotado por el abuso humano. Representa el sueño de un Mediterráneo futuro con un mar rico, recuperado, respetado y explotado racionalmente.
Para que esta utopía se haga realidad falta un largo camino, durante el cual el hombre debe aprender que su identidad está ligada a la naturaleza que nos rodea.