Introducción
Un barco o cualquier otro medio de transporte que pueda naufragar, arrastra consigo toda una serie de objetos, máquinas, documentos y diseños que corresponden inevitablemente a ese momento del hundimiento. Esto ocurre también con aquellos objetos aislados que caen al agua y con los lugares y espacios que, por voluntad humana o de manera fortuita, terminan inundados de forma permanente.
A partir del momento en que todo esto desaparece bajo la superficie, los restos se convierten en una "caja cerrada" de recuerdos del pasado que se mantienen casi intactos en su estado original.

Para quienes practican buceo y son apasionados de la historia, se nos ofrece entonces un espacio físico real que pertenece al pasado y que resurge después de muchos años, con valiosa información por descifrar.
¿Los restos deben ser muy antiguos para tener interés arqueológico?
Un objeto arqueológico no necesariamente tiene que ser antiguo. La legislación actual considera como objeto arqueológico cualquier resto histórico sin importar su antigüedad.
¿Qué es un pecio?
Un pecio es cualquier medio de transporte sumergido bajo el agua, aunque sea sólo una parte de su estructura o de su cargamento. De esta forma, cuando hablemos de pecio, debemos entender que un cañón, los restos de un galeón, una vieja máquina de ferrocarril hundida en una presa, etc., entran en esa definición.
En general, un pecio es un resto sumergido. Un resto sumergido por manipulación humana que se encuentra bajo el agua, y aquí podemos incluir antiguas construcciones inundadas, objetos aislados o restos de estructuras portuarias.

El buceo recreativo en el entorno de pecios y otros restos sumergidos, puede practicarse donde la ley lo permita. En los restos de interés histórico, las medidas de protección son más estrictas y el acceso puede estar restringido. Basta recordar que en muchas zonas de Grecia o Turquía está prohibido bucear. Cuando por criterios científicos, políticos o económicos, unos restos requieren ser estudiados, puede llegarse a utilizar la metodología empleada por la arqueología terrestre, adaptada al medio acuático.
No sólo de barcos vive la arqueología subacuática
El campo de investigación de la arqueología subacuática no se limita a los barcos hundidos o a su cargamento. Su ámbito de acción abarca todo aquello susceptible de estudio que se encuentre sumergido. Cada caso tendrá su técnica específica. Como es lógico, no será lo mismo estudiar los restos de un pecio de la época griega a 40 metros de profundidad en el Mediterráneo, que sumergirse para investigar y excavar un poblado neolítico cubierto por las aguas poco profundas de un lago alpino.

¿En qué consiste la arqueología subacuática?
"Hacer arqueología subacuática" no es, como muchos creen, recolectar arbitrariamente cuantos fragmentos o piezas aparezcan en el agua y guardarlos en los almacenes de los museos. Este es un concepto totalmente alejado de la realidad.
La arqueología subacuática es un instrumento más del estudio de la historia, que investiga los vestigios dejados por el hombre bajo el agua. Con ello se obtiene información que sirve para dar respuestas a las preguntas que plantea la historia como ciencia.
Un arqueólogo subacuático es como un detective. Por medio de la interpretación, científica y verificada, de la distribución de los restos en un yacimiento, puede descubrir cuál era la dirección que seguía la embarcación al momento del naufragio, la forma en que la carga iba acomodada a bordo, e incluso cuál fue la causa de su hundimiento.

Profundizando en la investigación puede averiguar la época del naufragio, cuál era la dieta de la tripulación, los puertos de origen, escalas y destino durante la travesía y las razones que llevaron a la nave a emprender su último viaje, por mencionar algunos ejemplos. De aquí en adelante, estos datos, a veces aparentemente simples y poco espectaculares, pueden compararse con yacimientos similares y con investigaciones terrestres relacionadas cronológicamente o por otro motivo. Poco a poco el rompecabezas de la historia va armándose.
De ahí la importancia de no alterar la ubicación original de los objetos que encontremos bajo el agua. Es muy importante que tengamos claro que un resto arqueológico sacado de su contexto original, pierde todo su valor informativo para los arqueólogos. Además de infringir la ley, estaríamos destruyendo datos que pueden ser cruciales durante un futuro proceso de investigación del sitio.
Una labor de todos
La arqueología subacuática necesita el esfuerzo de muchos profesionales y aficionados. Tan importante es la labor de quienes practican buceo y de los pescadores que reportan sus hallazgos como la de los geólogos y topógrafos que realizan planos del lugar.

Fotógrafos y cineastas, químicos, mecánicos y marinos, entre otros especialistas, son indispensables para garantizar el proceso de investigación de un yacimiento hasta el final. Todo un equipo multidisciplinario que sirve para enriquecer nuestro conocimiento sobre el uso que el hombre ha dado a mares y lagos durante milenios en el pasado.
¿Puedo poner un cañón de bronce en la sala de mi casa?
Puede que sea el sueño de muchos buzos, pero... ¡cuidado con la ley! Todos los países suelen tener una legislación específica sobre su patrimonio y, en particular, del sumergido. Existen una serie de acuerdos internacionales por los cuales muchos Estados se han comprometido de manera activa a garantizar la protección del patrimonio cultural sumergido, existiendo un gran número de propósitos y leyes en este sentido.
En algunos países, la investigación y posible recuperación de objetos sumergidos depende de acuerdos económicos entre el Estado y los particulares que inviertan en el proyecto, como, por ejemplo, en Estados Unidos. Otros países limitan de forma extrema el acceso a los sitios de interés histórico, como Grecia. En muchos casos, predominan los criterios comerciales sobre los científicos.

¿Lo peor que le puede pasar a un buzo recreativo? Que el país no tenga ley al respecto. Entonces las aplicaciones e interpretaciones de la ley pueden ser tan arbitrarias que el resultado de una posible sanción sea desproporcionadamente severo en relación con la infracción imputada al buzo.