El avistamiento de cetáceos, también llamado Whale-Watching, es una práctica que consiste en observar mamíferos acuáticos en su entorno natural. Es una experiencia extraordinaria, ya que rara vez se tiene la oportunidad de observar animales de tal tamaño en cautividad, y dicho sea de paso, no siempre es algo negativo.

La época ideal para practicar esta actividad suele ser el verano. Numerosas empresas, asociaciones y clubs sueltan amarras para dirigirse a las zonas de observación. ¡Así que es el momento perfecto para preparar una aventura en los próximos meses!
Los amantes de la naturaleza y la aventura saben lo frágiles que son los ecosistemas, y por ello se han establecido zonas de protección en muchas regiones del mundo. Es el caso del Santuario Pelagos.
Nació de un acuerdo entre Francia, Italia y Mónaco en 1999 y tiene como objetivo proteger a los mamíferos marinos, muy presentes en esta zona, así como su hábitat. De hecho, el Santuario Pelagos alberga numerosas especies que se concentran allí en verano gracias a la abundancia de alimento. Por eso era importante preservar este entorno, una riqueza del patrimonio terrestre.

La organización Pelagos vela por el respeto al medio ambiente en esta zona, registrando todas las empresas que practican el avistamiento de cetáceos, así como su impacto ecológico. Además, trabaja para que las actividades humanas establecidas funcionen en armonía con la naturaleza circundante.
También propone un código de buenas prácticas a seguir para no alterar el ritmo de vida natural de los cetáceos: distancia de aproximación, tiempo de presencia, número de barcos permitidos, etc. Por tanto, si entras en el espacio Pelagos, tendrás la garantía de poder observar a los grandes mamíferos marinos sin molestarlos ni alterar su modo de vida, comportamiento o entorno.

El Santuario Pelagos está abierto a todos, pero se prevén sanciones en caso de contaminación voluntaria o degradación del medio. Es una iniciativa formidable que vale la pena destacar, sobre todo cuando las buenas noticias escasean.
Y si es bueno para el planeta, es bueno para nosotros. Fomentar el avistamiento de cetáceos, protegiéndolos al mismo tiempo, nos permite vivir una aventura sensacional en familia o con amigos. Es una experiencia inolvidable e impactante, pero también un valor cultural, científico, educativo y económico.

También es un deporte acuático diferente a los habituales deportes marinos, una opción original que no te arrepentirás de probar.
¿Te atreverás a acercarte a los animales más grandes de nuestro planeta?