Esta vez os propondremos una ruta en bicicleta  por uno de estos espectaculares rincones. Situado en pleno centro del Pirineo navarro, en el valle de Aezcoa, se alza la armoniosa combinación de hayas y abetos que dan lugar a la Selva de Iratí. Conocida por ser el bosque más grande de Europa y por su carácter casi virginal,  alberga en su interior escenarios míticos que envuelven a cualquiera en su aureola especial.  Acceder hasta ellos es fácil gracias a los distintos senderos que encontramos distribuidos por todo el bosque.


Una auténtica selva

Ante nosotros se levantaba la inmensidad de árboles que forman la Selva de Iratí. Una multitud de senderos nos incitaban a entrar y descubrir todos aquellos rincones llenos de magia que el bosque albergaba en su interior. Lo que antes se hacía o bien a caballo o bien andando ahora iba a ser explorado con unas bicicletas como montura y con unas mochilas a nuestras espaldas. Todo aquello que a nuestros antepasados asustaba, nos llenaba de emoción y gracia. No había nada que nos hiciera detenernos o echarnos atrás. Ni el esfuerzo ni el tiempo que hacía podían con la ilusión y las ganas que teníamos por emprender esta nueva aventura, que, sin más dilación, pasamos a contaros.

El punto de partida que nosotros escogimos fue Aribe, una pequeña población en la que se cruzan distintos caminos naturales. Aunque hay otras opciones nosotros os aconsejamos esta, ya que si la ruta se realiza en sentido contrario el esfuerzo es mucho mayor. Una vez preparado el equipo comenzamos la marcha por la carretera que se dirige hacia Orbara.

En cuanto dimos un par de pedaleadas, nos dimos cuenta de la belleza que nos acompañaría en este viaje. Esta sensación fue aumentando según fuimos descubriendo los rincones  que de vez en cuando se asomaban en nuestro camino. Este es el caso del puente colgante que descubrimos a los 3 kilómetros, junto a la central eléctrica de Belotegui.  Pasado este emblemático descubrimiento, continuamos remontando el río Iratí  por la carretera que tomamos desde el principio y por la que pedalearemos un par de kilómetros más.


Marcha de BTT por Iratí

Al poco de abandonar el puente cruzamos Orbara, pequeña población del valle de Aezcoa, y a los 2 kilómetros llegamos a Orbaiceta. Sin abandonar esta dirección, pedaleamos casi cuatro kilómetros más hasta que llegamos a un desvío en el que decidimos hacer  una pequeña parada tanto para descansar como para tomar alguna que otra decisión.

En este punto del recorrido se pueden optar por dos caminos: o bien se puede continuar por la carretera de asfalto y con ello visitar la fábrica de armas; o bien se puede tomar el sendero que sale a la derecha con el que se llega al embalse de Iratí, sin pasar por la fábrica. Nosotros habíamos oído hablar muy  bien de este lugar y al final nos decantamos por la primera opción. La verdad es que íbamos muy bien de tiempo y queríamos sacar el máximo partido a este viaje.

Dejamos que nuestras bicis reposaran un rato y empezamos a curiosear por todos los rincones que pudimos. Abandonados y en ruinas, se alzaban los pocos restos que del gran edificio quedaban, los cuales se integraban en perfecta armonía con un espacio natural un tanto idílico, proporcionando, de esta forma, cierta intriga en el ambiente. Todavía se podía observar la perfecta canalización y los arcos realizados para encauzar el barranco Itolaz.


Descubre un auténtico paraíso

Tras disfrutar de esta experiencia volvimos a nuestra aventura por la pista de hormigón que aparece justo a la entrada de la primera casa de la fábrica. Esta pista nos llevará hacia el barrio de Larraun (a un kilómetro), por donde pedaleamos entre caseríos. Puede ocurrir que nuestro camino esté cerrado por una empalizada de alambre para el ganado. Pero eso no es ningún problema. Tan sólo tendremos que abrir el cierre, pasar y dejarlo cerrado. Una vez hecho todo esto, entraremos en un precioso mundo poblado por hayas, que nos extiende una alfombra de hojas para darnos la bienvenida. Las marcas rojiblancas del G. R.-11 nos permitirán disfrutar del paseo entre las hojas sin miedo a perdernos.

En la presa de Irabia el camino continúa bordeando el largo brazo que forma esta construcción civil. En la marcha nos encontramos con una señal que nos indica que nos encontramos a 10 metros de la frontera francesa. Nuestro recorrido no llega a entrar en Francia y continúa bordeando la presa de Irabia.

Avanzamos por la pista sin ningún problema hasta llegar a las Casas de Iratí y a la ermita de la Virgen de las Nieves (a 7 kilómetros del final de la presa). Aquí empieza una dura subida hacia el Paso Tapia. ¡En 9 kilómetros pasamos de 850 metros a 1.382!. Una vez arriba, tomamos el camino de la derecha y entramos en una senda de rodadas de coche que cumbrea por los prados del cordal de Abodi. Seguimos por el camino de la izquierda (ladera sur) para evitar la cima del Bizkarrandi. Y, pasada una empalizada, comenzamos el descenso. A medida que perdemos altura, la pista va ganando en calidad, que se acentúa con las maravillosas vistas que desde allí se obtienen de todos los pueblos del valle de Aezcoa.


Laguna en Iratí

Tras un descenso frenético llegamos a Villanueva de Aezcoa, desde donde tomamos la carretera que nos lleva hasta el punto desde donde partimos. Exhaustos por el esfuerzo realizado nos sentamos tranquilamente a tomar algo y descansar. Yo casi no hablo. Hace mucho tiempo que no hacía algo así... aunque ha merecido la pena.