Teníamos unos días libres y decidimos realizar una excursión, ¿dónde? A la Sierra de Cazorla, ¿cómo? En una ruta a caballo. Partíamos de la conocida finca olivera Arroyovil, que posee una de las vistas más características e impresionantes del olivar español (desconocido hasta entonces para mí).

A los aficionados a los caballos nos sorprenden las extraordinarias cuadras de productos pura sangre, instalaciones ahora vacías ya que el negocio no dio los resultados esperados. Desde este lugar partimos con nuestros caballos para atravesar la Sierra Mágina, inmensa mole de piedra caliza que recorrimos durante un día.


El caballo es un animal muy noble

La escasa vegetación, las riscaleras y los fondos verdes de los olivares nos sorprenden casi tanto como el vértigo que padecemos al recorrer un camino de herradura en donde, si los caballos tropezaran, sólo Dios sabe donde llegaríamos a parar. Por esta zona poca caza, algunas liebres pero sólo en los lo olivares de la falda, algún buitre nos sobrevuela en este caluroso día de abril.

Los siguientes días transcurrieron en plena sierra de Cazorla. Arribamos con los caballos al pueblo de Cazorla que cuelga de la montaña de forma majestuosa. Nos agenciamos un guía que nos sirvió para guardarnos los caballos durante tres noches y que nos adentró en el monte. El lugar de descanso estaba situado cerca del llamado Puente de la Herrería, antiguo paso por donde la Reina Isabel la Católica - también en un paseo a caballo - atravesó con sus huestes estas sierras en marcha hacia la conquista del reino de Granada.

Subimos hasta el Poyo de Mesa, cuya cima y acantilado ofrece una de las vistas panorámicas más impresionantes de estas sierras. Durante nuestra ascensión - durísima para los caballos - vimos varios machos de gamo, algunos bastantes buenos. Como en alguna ocasión los divisábamos en terreno liso apretábamos a galope a los caballos tras ellos. Correrlos era sólo una ilusión ya que los paletos, al seguirlos, se adentraban rápidamente en el monte.

Realiza una ruta a caballo


Otro día nos metimos con los caballos hasta el nacimiento del arroyo Tornillo, cuyas rocas forman un impresionante cañón de gran belleza. No podemos olvidar en nuestro paseo las especies endémicas de Cazorla, entre la que nos sorprendió la Violeta, así como inmensas masas forestales de pino laricio, asociado con enebros y sabinas. No podemos tampoco omitir el nacimiento del río Guadalquivir, lugar más visitado que los anteriores, pero no por eso de menos belleza.

Tras cinco días de excursión los caballos son devueltos en camión a nuestros lugares de procedencia (Montes de Toledo, Ávila y Ciudad Real). El turismo activo cada vez me sorprende más.