Pensando que me adentraba en la Castilla vieja y cerrada, perdida en algún momento del siglo XII, emprendí rumbo a la ciudad. Un lugar con encanto especial donde perderse de vez en cuando, pues aunque el viaje es cansado, vale la pena. Listos para disfrutar del turismo de aventura y vivir miles de aventuras únicas, nos dirigimos hacia la catedral.
Está ubicada cerca del puente Puentecillas, el más antiguo (es de la época romana), sobre el río Carrión (Palencia, como toda ciudad que se respete, tiene río). No puedes dejar pasar la oportunidad de recorrer estas bellezas históricas, pues sin duda es toda una experiencia.

Se comenzó a construir en el año 1321, sobre una antigua catedral románica y está consagrada al santo patrono de la ciudad, San Antolín. La tradición dice que el templo está asentado sobre la cripta donde estuvieron depositados sus restos (que aún se conserva). La verdad es que tras esos austeros muros, no esperas encontrar la riqueza que guarda este edificio. Aquí se pueden encontrar piezas de distintos momentos y estilos, algunas de las cuales son verdaderas obras de arte, fruto de manos como las de Gil de Hontañón, Gil de Siloé, Simón de Colonia, Juan de Flandes, el gran Pedro Berruguete, el Greco, Juan de Valmaseda... en fin, una maravilla.
Ahora nos dirigimos al centro histórico de Palencia. Es una zona donde se encuentran edificios civiles de gran valor arquitectónico como la Casa del Cordón del siglo XVI, el Hospital de San Bernabé del XII o el Palacio del Obispo, sede del Museo Diocesano. Según avanzamos, nos encontramos con la iglesia Nuestra Señora de la Calle, patrona de la ciudad. Una vista rápida y un par de fotos desde el cruce de los Cuatro Cantones, nos llevan, como siempre con el tiempo en nuestra contra, hasta la zona donde está la Iglesia de San Miguel, con su imponente torre-fortaleza.
Nos da la hora de comer, así que decidimos aprovechar para descubrir la gastronomía de Casa Damián. Unos platillos que deleitan a cualquiera: sopas castellanas, sabrosos lechazos, queso añejo y deliciosos buñuelos.

Después de la comida, nos dirigimos a la Plaza Mayor de Palencia, uno de los centros neurálgicos de la ciudad. Conserva aún la estructura con soportales con la que fue diseñada, tan típicamente castellana. Bajo sus arcadas encontramos edificios de gran interés arquitectónico e importancia aún en nuestra época. Este es el caso del Palacio Municipal, el Convento de San Francisco (siglo XIII) y la Iglesia de la Soledad (siglo XVIII).
Al día siguiente, después de disfrutar de la noche palentina, optamos por seguir con nuestro senderismo urbano, ¿por dónde? Por paseos y jardines, que se empezaron a construir en el siglo XIX, en busca de un urbanismo más racional y saludable. De esta fiebre por la Salud Pública surgieron paseos como el del Salón, más tarde conocido como de Isabel II. Es un enorme parque con claras influencias del Romanticismo que no deja indiferente a nadie.
También se puede caminar por los parques del Sotillo de los Canónigos, las Huertas del Obispo, los Jardinillos de la estación, la Carcavilla... En fin, en Palencia quien no pasea por zonas verdes es porque no quiere.
Después de un bocadillo de tortilla y dos refrescos, tomamos el auto en dirección al monte del Otero. Allí encontramos, coronando la cima, el Cristo del Otero (1931), obra del palentino Victorio Macho, que para muchos es uno de los escultores españoles más emblemáticos del siglo XX. La verdad es que el Cristo, que parece bendecir la ciudad, se ve casi desde cualquier punto de Palencia.

Respecto al estilo, se puede considerar una obra postcubista, con formas simples y geométricas. Debajo de la estatua y excavada en el cerro, hay una ermita en la que está enterrado Victorio Macho y un pequeño museo con proyectos de sus obras.
Es hora de irnos y por fin podré descansar, pero eso sí, la pasé increíble. Palencia me gustó más de lo que creía y, además, disfruté mucho del arte y de las zonas verdes que pensé que no encontraría. Al menos la imagen que tenía al principio de la ciudad y de lo que ahí me encontraría no es la misma que tengo ahora...