La mayoría de nosotros asociamos un consumo moderado con una buena inmersión. Entre otras cosas, porque implica una mayor duración de la misma.
¿Por qué algunas personas gastan mucho más aire que otras?
Son muchos los factores que influyen en nuestro consumo. Principalmente, aspectos fisiológicos y personales. Nuestra morfología y condición física, especialmente en términos de resistencia aeróbica, y por supuesto, nuestra técnica de buceo (movimientos, flotabilidad, uso del equipo...) impactan directamente en el consumo. Así como un auto de 1,000 c.c. no gasta lo mismo que uno de 3,000 c.c., tampoco lo hace una mujer de 50 kilos con 4 litros de capacidad pulmonar, comparado con un hombre de 95 kilos y 6.5 litros de capacidad. El segundo necesita mucha más energía para moverse y requiere mayor cantidad de combustible (en este caso, el oxígeno del aire).

Otro factor clave es cómo usamos ese combustible. Una persona en buena forma física a nivel de resistencia aeróbica (ejercicio en el que se incluye el buceo) aprovecha mejor el oxígeno que consume que alguien más sedentario. Es decir, para un mismo ejercicio (una inmersión cualquiera), necesita menos aire para realizarlo (porque su corazón late más lento y sus células musculares utilizan mejor el oxígeno para el mismo esfuerzo).
¿Qué técnicas o habilidades me permiten alargar la duración de la inmersión?
Un buceador experimentado, al igual que un corredor profesional, sabe cómo economizar esfuerzos innecesarios. Esta es una actividad contemplativa, así que hay que trabajar más con la vista y menos con brazos y piernas. Lograr una flotabilidad neutra es esencial. Debemos equilibrarnos con nuestros pulmones y el chaleco en todo momento. Gracias a un curso de buceo, podrás dominar estas claves. La primera vez que un buceador experimenta esto durante una inmersión... nunca lo olvida. Es una sensación indescriptible, es... volar.
Así como no debes usar las piernas más que para impulsarte, evita nadar con los brazos; mantenlos juntos bajo el pecho, donde ofrecen menos resistencia al agua.

El "buceador-liebre", ese que cree que detrás de cada roca está lo más interesante y, al llegar, piensa que es la siguiente, acumulando más millas que nadie, no es el compañero ideal.
La mayoría de las veces pasa por alto los detalles más valiosos de la inmersión y suele tener un consumo elevado. Así que nada solo lo indispensable, aprovecha la gravedad, las corrientes y cualquier situación que te permita deslizarte con el mínimo esfuerzo. Personalmente, prefiero al "buceador-tortuga", que examina cada grieta con calma, sin prisa ni estrés. El consumo está directamente ligado a tu frecuencia cardíaca y respiratoria durante la inmersión. Por eso, si se realiza en condiciones de relajación y lentitud, la autonomía del buceador aumenta.

La respiración bajo el agua
Todos sabemos que muchas disciplinas de relajación usan la respiración como base para alcanzar ese estado. Yoga, stretching, artes marciales, etc., son ejemplos. En el submarinismo, también es clave adaptar la respiración para disfrutar más. Algunos aspectos a considerar:
- Realiza inspiraciones tan profundas como sea necesario. Si son entrecortadas, necesitarás respirar más veces para oxigenar tus tejidos.
- Las espiraciones deben ser lo más largas posibles, vaciando completamente los pulmones para renovar el aire.
- Entre inspiración y espiración, haz una pausa. Esta será más larga según tu condición física y experiencia. Pero cuidado: no se trata de hacer apneas prolongadas, forzando inspiraciones más largas de lo normal, ya que lograrías el efecto contrario.
- Además, una apnea demasiado larga reduce la presión parcial de O2 y aumenta la de CO2, lo que, en algunos casos, puede causar dolores de cabeza al terminar la inmersión. La pausa debe ser cómoda. Al principio, contar hasta tres o cinco puede ayudar a regular el ritmo. Con la práctica, se vuelve natural.
- Si el estrés o el esfuerzo (como una corriente) te fatigan demasiado, lo mejor es detenerte, agarrarte a algo y recuperar el ritmo normal.

Otros factores que afectan el consumo
- La profundidad. Es un factor directo: a mayor profundidad, mayor consumo.
- Debes considerarlo al planificar la inmersión y elegir el tanque según el perfil.
- La comodidad. Un traje o chaleco muy ajustados pueden limitar la expansión torácica, dificultando la respiración. Es mejor ajustarlo al descender.
- Buena hidrodinámica. Buceador y equipo deben ser un bloque compacto para facilitar el avance. Un chaleco muy inflado o objetos colgantes (como focos o cámaras) aumentan la resistencia.
- Protección contra el frío. Bucear en aguas cálidas reduce el consumo, mientras que en aguas frías aumenta. El cuerpo gasta más energía regulando la temperatura. Por ejemplo: un rebreather, que calienta la mezcla de gases, es ideal para aguas frías.

En cualquier caso, es crucial usar un traje adecuado a la temperatura del agua, así como guantes y capucha si es necesario.
Inicia la inmersión en el punto más interesante siempre que sea posible. Navega en superficie (si el tráfico y la corriente lo permiten) y desciende en el lugar exacto.
- Evita pérdidas innecesarias de aire, pero sin obsesionarte.
- Revisa tu equipo: un chaleco que se infla/desinfla constantemente, gafas que se empañan o fugas en las juntas tóricas pueden arruinar la experiencia. Un mantenimiento cuidadoso evita problemas.
- Usa el chaleco con moderación. Aprende a equilibrarte con los pulmones.
- Haz ejercicio regularmente. Mejorará tu salud y tu autonomía bajo el agua. Estos consejos te ayudarán a evitar cargar siempre con tanques de mayor capacidad.

Pero, sobre todo, la clave está en observar a buceadores experimentados y practicar estos consejos hasta convertirte en un verdadero "TDI".