Si estás pensando en un escape de fin de semana con tu pareja o amigos, te recomendamos descubrir el Parque Natural de las Sierras de Cazorla, Segura y Las Villas. Nosotros hicimos una ruta de senderismo de dos días, ¿quieres saber cómo nos fue?

Después de evaluar varias opciones, decidimos visitar tierras andaluzas, específicamente Jaén, donde encontraríamos paisajes increíbles y naturaleza en estado puro. Para ubicarte, Cazorla cuenta con bellezas naturales donde la acción del agua ha dejado huella, salpicando la zona de cascadas y lagunas.


Un fin de semana entre amigos

 

El nacimiento de ríos como el Guadalquivir, Segura, Madera, Guadalentín o Guadalimar, así como numerosos arroyos dentro del parque, contribuyen al desarrollo de flora abundante, dando un encanto único a este paraíso terrenal. Tiene características especiales que debes considerar.

Las lluvias son abundantes, registrando el índice pluviométrico más alto de la región. La barrera montañosa que rodea el parque frena los frentes del Mediterráneo y del Atlántico. La nieve cubre los puntos más altos en invierno. Gracias a este clima hay una vegetación exuberante, especialmente junto a ríos y arroyos. Y qué decir de la fauna, con gran variedad de especies como ciervos, tejones o zorros. La gastronomía es otro atractivo, con huertos y platillos derivados de la caza y pesca que son excepcionales.

Con este escenario era lógico elegir esta ciudad donde pasamos dos días. Aunque Cazorla nos pareció fascinante, no quisimos perdernos Quesada, así que partimos hacia allá dispuestos a disfrutar de los paisajes y rincones impresionantes del pueblo.


Momentos increíbles

 

Llegamos al Cerro de la Magdalena, rodeado de olivos y pinos, que alberga la ciudad de Rafael Zabaleta, llena de monumentos que reflejan su época de esplendor. Siguiendo un folleto recién adquirido y nuestra intuición viajera, caminamos hacia el Arco de la Manguita de Utrera, de origen visigodo (nombrado por la Virgen de la Consolación de Utrera); pero este no desmerece frente al Arco de los Santos o del Señor del siglo XIV, puerta del antiguo recinto amurallado que igualmente nos asombra.

Visitamos con calma el museo de Zabaleta, disfrutando sus óleos y dibujos, aunque sorprende que cinco salas contengan tantas obras, dando sensación de espacio limitado. Antes de irnos, conocimos su iglesia parroquial del siglo XV. Quesada encanta por su colorido, calles siempre adornadas para el próximo concurso de flores, especialmente en el centro histórico. 


Rumbo a Buñuel (aldea que finalmente no alcanzamos), desviamos hacia Pozo Alcón para ver la primera maravilla natural de la ruta: la Cueva del Agua. Estacionamos en un área preparada y avanzamos agachados por un túnel corto hacia la cavidad natural donde brota agua. Los senderos nos llevan al fondo donde está la virgen, envueltos por el sonido del agua y aves. Valió la pena visitar la cueva, aunque debimos regresar para retomar el camino a Cazorla.


La naturaleza en estado puro

 

Explorando huellas de civilizaciones pasadas en Cazorla, descubrimos el barrio viejo -con balcones floridos- protegido por el Castillo de la Yedra (herencia árabe sobre cimientos romanos) que alberga un museo de Artes y Costumbres del Alto Guadalquivir. En la plaza de Santa María están los restos de esta iglesia y la imponente fuente de Cárdenas, renacentista, con tres caños de agua fresca. ¡Infinidad de monumentos imperdibles!

Luego visitamos La Iruela, con miradores de vistas increíbles. Tras recorrer otros pueblos, llegamos a la cabaña rural donde pasaríamos la noche, inmersos en la naturaleza y tranquilidad del Parque. Ubicada entre Arroyo Frío y Torre del Vinagre, fue fácil encontrarla. Cenando planeamos el itinerario del día siguiente.

El domingo despertamos renovados en este paraíso natural, listos para la ruta centrada en el senderismo. Para conocer las mejores áreas del Parque con guía o zonas restringidas, recomendamos rutas en vehículos 4x4 combinadas con senderismo, de medio día o día completo.


Pueblos de ensueño

 

Nuestro objetivo sería el nacimiento del río Borosa y sus alrededores, pero primero fuimos al Centro de Interpretación Torre del Vinagre (con recepción y Museo de Caza), visita obligada en el Parque Natural. Usamos el auto hasta la piscifactoría del Borosa, donde una cadena impide el paso. Sugerimos -si llevan dos autos- dejar uno al final de la ruta o coordinar que alguien lo mueva, pues el regreso a pie puede ser agotador.

Caminamos cruzando el río, atrapado entre dos rocas imponentes, y maravillados por el paisaje llegamos al Salto de los Órganos (pasando antes por la fuente Huelga Nidillo). La central eléctrica no era lo único esperándonos: cerca del nacimiento del Borosa encontramos una cascada entre rocas ocres y vegetación, un lugar de belleza incomparable.

Llegar a la Laguna de Aguas Negras fue una odisea llena de obstáculos que valió la pena. Tras 10 km de caminata, la senda se volvió zigzagueante con túneles en la roca hasta alcanzar la espectacular vista de la laguna.

Una belleza sin igual

 
El nacimiento del Borosa estaba cerca y lo encontramos rápido. Tras cruzar la presa, llegamos a un remanso del río que forma otro paraíso natural: la Laguna de Valdeazores, hogar de muchos animales. Desde aquí tomamos un camino forestal hacia la Caseta de Fuente de Acero, donde recomendamos dejar un auto.

El trayecto fue más fácil en auto, llegando pronto a Nava de San Pedro, donde sorprende encontrar casas habitadas y un criadero de animales. Vadillo fue el final de nuestra ruta, dejándonos con ganas de repetir la aventura en la Sierra de Cazorla para descubrir más rincones que estos dos días no nos permitieron conocer.