Ubicado a 1,000 metros sobre el nivel del mar, Serranillos ocupa un pequeño espacio en el mapa, salpicado por una combinación de casas rústicas, montañas y cañones dispuestos al azar en ese manto verde que cubre la hermosa villa. Quizá por eso lleva un nombre que honra cada uno de sus rincones. Los más de 400 serranos pueden perderse por esas callejuelas que rodean el epicentro de este enclave al sur de Gredos. Pero antes de pisar esta tierra, queremos hacer, si se puede, algo aún más especial... no te quedes con la duda...


Vistas espectaculares

Esa mañana amaneció nublada. Aún recuerdo el olor de la tierra mojada al respirar hondo, todavía en Madrid, justo a tiempo para tomar la carretera que nos llevaría a nuestro destino, donde comenzaríamos una ruta espectacular.

Mis compañeros quedaron encantados con el viaje que les propuse, ya que yo conocía bien los secretos de esta zona de Ávila. Querían visitarla cuanto antes; así que, sin dudarlo, decidimos comenzar nuestra aventura, guiados por el misterio de lo que nos esperaba con los brazos abiertos.

En el camino, curvas rápidas con algún cambio de rasante dominan el descenso desde Navas del Rey hasta Pelayos de la Presa, donde un hermoso tramo entre los pinares que rodean los embalses de San Juan y Picadas nos recibe al pasar. Aunque era muy temprano, no podíamos detenernos a admirar cada rincón de la Sierra de Gredos. Sin embargo, vale la pena hacer una parada en El Tiemblo, donde cada casa se convierte en un pequeño mercado local.

Conforme avanzamos, las curvas aumentaron y un paisaje maravilloso se abrió ante nosotros. Aquel horizonte pedregoso que veíamos antes ahora se tornó azul, reflejando los escasos rayos de sol que se asomaban. Es el Embalse del Burguillo, un pequeño paraíso para liberar el estrés acumulado de la semana. Para los locales, es el corazón del Alberche, uno de los ríos clásicos. Y le hacen honor, pues este río nace en plena Sierra de Gredos y forma el llamado Valle del Alberche, con pueblos tan conocidos como Hoyocasero, Navaluenga y Burgohondo.


Disfrutamos de un día de piraguas

Sus tres tramos hacen del Alberche un río ideal para practicar piragüismo, ya seas experto, principiante o novato. Esa es nuestra sorpresa: invitarte a compartir nuestra experiencia de ese día. Y lo haríamos en Trampalones, un lugar perfecto para aprender piragüismo, conseguir el equipo necesario y, claro, disfrutar de la naturaleza.

Pero solo nos embarcamos en el tramo más sencillo, ya que la idea de enfrentar aguas bravas sin experiencia nos intimidaba. El exceso o falta de caudal impide practicar descenso en aguas bravas, y de junio a noviembre es imposible por el bajo nivel del agua.


Camicrema en Serranillos del Valle

Tras una larga jornada lidiando con la espuma rebelde de los rápidos, acabamos agotados, pero valió la pena. Necesitábamos un descanso merecido, una buena cena y compañía agradable. Para ello, recurrimos a uno de los oasis de la Sierra de Gredos: Serranillos, un pequeño pueblo con encanto entre la Paramera y el Valle del Tiétar, que sonríe desde el famoso puerto que lleva su nombre y que ciclistas valientes desafían cada año.

Serranillos honra su nombre con las sierras y montañas que lo rodean, decoran y definen a su gente. Pero lo que no cuentan los libros ni los folletos es el aroma que flota en el aire al acercarse. Aunque el cielo se oscurecía, pudimos admirar los dos hitos del paisaje: el Cabezo y la Picota, un entrañable pico del que los serranos están orgullosos; por eso, pocos no han subido al menos una vez.


Navegando en la naturaleza

Con este clima agradable y el aire puro, se nos abrió el apetito. Por suerte, estábamos en el lugar ideal, pues los restaurantes del pueblo sirven deliciosos platillos de cordero, cochinillo y todo tipo de tapas.

Los primeros rayos de sol nos dieron los buenos días en Serranillos. Éramos privilegiados, pues la casita que elegimos nos permitía admirar la grandiosidad del valle ante nosotros. Sus estribaciones pintorescas, sus cañones abruptos; todo era admirable aquí, en el corazón de la sierra. Después de arreglarnos, paseamos por sus calles empedradas. Era domingo, día en que locales y visitantes salen a tomar un aperitivo, pero aún era temprano. Un paseo por lo más verde del valle nos vendría bien.

Nada se desperdicia, menos la comida. Claro que lo mejor para sumergirse en la gastronomía serrana es probar sus productos más autóctonos. ¿Qué mejor manera que ser invitados por locales? Dos amables abuelitos, al vernos tan entusiasmados, nos llevaron a su casa a probar una de las mejores comidas que he disfrutado.


Fin de semana ideal para todos

Una curiosa morcilla, que según la anciana es única en la zona, nos abrió el apetito. Un plato de patatas revolconas, cocidas a fuego lento en la chimenea, y una degustación de embutidos locales coronaron nuestra sobremesa. Afortunadamente, todo fue amenizado por las anécdotas de la pareja. Así supimos que la estrecha callejuela frente a su puerta antes era un arroyo que, en época de lluvias, crecía hasta niveles alarmantes.

La amabilidad de este matrimonio nos hizo ver que lo auténtico está aquí, en nuestras raíces. No hay que ir lejos; todo puede estar cerca si sabes aprovecharlo. Por eso disfrutamos esa tarde al máximo: un café en la plaza... y así dejamos atrás Serranillos, donde el turismo activo nos sorprendió gratamente.