La alimentación integra el conjunto de actos voluntarios y conscientes que llevan a la elección, preparación e ingestión de alimentos. Estos actos están claramente relacionados con el entorno sociocultural y económico, y determinan en gran medida los hábitos nutricionales.


Aliméntale bien

El concepto de nutrición se refiere al conjunto de procesos involuntarios que ocurren después de ingerir alimentos, es decir: su absorción (paso a la sangre), metabolismo (transformaciones químicas a nivel celular) y excreción (eliminación del organismo). Una alimentación adecuada es aquella que cubre:

  • Los requerimientos de energía mediante la ingestión en proporciones adecuadas de macronutrientes energéticos (carbohidratos -CH-, grasas y proteínas).
  • Las necesidades de micronutrientes no energéticos (vitaminas y minerales).
  • La correcta hidratación (consumo de agua).

Las personas necesitamos alimentarnos para cubrir las necesidades de energía (gasto energético) que están directamente relacionadas con el nivel de actividad física. Sin embargo, otros factores influyen directamente en el gasto energético.

En los deportes de invierno, el consumo de energía asociado al entrenamiento depende principalmente de cuatro factores:

  • La fricción de la tabla con la nieve.
  • El desplazamiento del peso corporal en subida y en terreno plano.
  • La aceleración de los diferentes segmentos del cuerpo y del centro de gravedad.
  • Vencer las resistencias del aire o viento.

Por otra parte, la importancia relativa de estos factores determinantes del consumo de energía durante la práctica del snowboard, depende a su vez de la técnica y el tipo de estilo (halfpipe, alpino, freeride), del nivel técnico de coordinación, del tipo de pista, de las condiciones de la nieve y de la velocidad. Por este motivo es difícil precisar el gasto energético asociado a un deporte de invierno.

¿Practicas snowboard?


En el cuerpo humano, el gasto energético está directamente relacionado con la cantidad de masa muscular (masa activa). Los deportistas que pesan más y tienen mayor masa muscular consumen más energía en reposo y durante el ejercicio que aquellos con menor peso. En general, las mujeres, a partir de la adolescencia, tienen un mayor porcentaje de grasa corporal y menor proporción de masa muscular, por lo que sus requerimientos calóricos serán menores.

La intensidad y duración del ejercicio determinan el combustible principal que será utilizado por el músculo. En general, a mayor intensidad del ejercicio, mayor es el uso del glucógeno muscular y hepático (forma de reserva de los carbohidratos) para obtener energía. Para soportar intensidades altas de entrenamiento es necesario quemar carbohidratos. Las reservas de glucógeno son limitadas, por lo que entre más prolongado sea el ejercicio de intensidad moderada o alta -agotamiento del glucógeno-, mayor será la probabilidad de que se utilicen las grasas de reserva. Por el contrario, cuando la intensidad del ejercicio es baja, el combustible principal serán las grasas.

Una buena nutrición le ayudará a conseguir saltos como estos


El entrenamiento de resistencia conduce a una mejor utilización de las grasas, empleándose menos carbohidratos para la misma intensidad de ejercicio. Esta adaptación contribuye a un efecto de ahorro de las reservas de glucógeno. Por otra parte, el entrenamiento de resistencia mejora la capacidad del músculo para almacenar glucógeno, siempre que la dieta consumida después del entrenamiento aporte los carbohidratos necesarios para la recuperación.

El embarazo y la lactancia son situaciones que requieren mayor energía para el crecimiento de tejidos y/o para la secreción de las glándulas mamarias. Finalmente, cuando se entrena en un ambiente de temperaturas frías, se reduce el incremento de la temperatura corporal central y aumenta la producción interna de calor mediante un mayor uso de sustratos.

Cuando se produce temblor (contracción rítmica involuntaria), se estima que el gasto energético aumenta 2.5 veces. En esta situación, el grado de oxidación de los CH aumenta hasta casi seis veces. Por otra parte, en condiciones de frío, el aumento de la activación simpático-adrenal (inervación nerviosa de las glándulas suprarrenales) conduce a un incremento en los niveles de adrenalina en sangre al ejercitarse a bajas temperaturas, lo que resulta en una mayor degradación de glucógeno muscular y producción de glucosa por el hígado. Por tanto, aumenta el uso de CH cuando se entrena en ambiente frío, siendo necesario reponerlos mediante una dieta alta en CH.