Es importante considerar que en algunos aspectos su constitución difiere de la de los hombres. Comúnmente su estado puede cambiar debido a los ciclos menstruales y a la posibilidad de embarazo. En este artículo intentaremos responder a estas preguntas, basándonos en los conocimientos más actuales que existen en la comunidad científica.

Desde el punto de vista de las actividades relacionadas con el buceo, la diferencia fundamental entre el hombre y la mujer es la menor masa y su distinta composición corporal. La menor masa y el mayor porcentaje de grasa tendrán, desde el punto de vista teórico, tres importantes consecuencias:
- Mayor flotabilidad.
- Menor consumo de gases inspirados.
- Mayor capacidad de almacenamiento de gases inertes, como el nitrógeno, gas que, como se sabe, se acumula en el tejido graso y que tiene mucha importancia en la formación de burbujas debido a los cambios de presión; y en definitiva, en el mecanismo de producción de la enfermedad descompresiva.
Probablemente, la mayor capacidad de almacenamiento de gases inertes se vea compensada por el menor consumo de estos gases. Sea por ésta u otra razón, basándose en los estudios realizados, las sociedades científicas más calificadas no establecen un mayor riesgo para las mujeres con respecto a los hombres si se siguen las normas de seguridad estándar.

Embarazo y buceo
En este periodo, los cambios de presión y el aumento de concentración, y de presión parcial de gases respiratorios pueden ser perjudiciales. Además durante todo el embarazo se da una circunstancia especial: que el feto no cuenta con un filtro pulmonar que depure sin consecuencias las pequeñas burbujas que se forman en las situaciones de descompresión, tras haber respirado gases inertes. Esto se debe a que en el feto no existe circulación pulmonar, ya que la sangre venosa pasa directamente a la circulación arterial, y después es oxigenada y depurada en la placenta a través de la arteria umbilical.
Existe otra serie de síntomas asociados al embarazo que, en mayor o menor medida, dificultan o impiden cualquier actividad subacuática. Puede experimentarse mayor dificultad para compensar, debido a la mayor retención de líquidos asociada al embarazo, que provoca un estrechamiento de las cavidades que conducen a senos paranasales y oídos.
Otro aspecto a destacar es la mayor incidencia de problemas producidos a causa del mareo por el movimiento del agua. Las frecuentes náuseas y vómitos asociados a los primeros meses de gestación, pueden dificultar enormemente la respiración bajo el agua, con el consiguiente peligro adicional.
Actualmente las recomendaciones unánimes de los expertos y la comunidad científica para las embarazadas son:
- Pueden practicarse por las embarazadas las actividades acuáticas de superficie y pequeñas inmersiones en apnea, sin que representen un riesgo especial por su estado.
- No deben realizarse actividades subacuáticas que impliquen periodos prolongados de apnea, ni inmersiones con suministro de gases respiratorios. En los casos en que se realicen ocasionalmente por desconocimiento o de forma accidental, no está indicada la interrupción del embarazo por no existir pruebas concluyentes de que se produzcan efectos adversos en estos casos.
Conviene evaluar también la pérdida de condición física producida por el embarazo y posterior parto y no apresurar la práctica antes de haber recuperado totalmente el estado físico previo.

La lactancia en el bebé
La lactancia no representa un impedimento para la práctica de las actividades subacuáticas, si la condición física de la madre y su tiempo se lo permiten. Únicamente tendrá que adaptar su actividad a los horarios de las tomas, para evitar una desnutrición del lactante y una tensión mamaria muy molesta durante la inmersión.
Los cambios de presión no parecen alterar la producción láctea y las microburbujas, que teóricamente podrían producirse en la circulación materna y en los tejidos de la madre, no alterarían la producción de leche. No se ha demostrado que se formen microburbujas en la secreción láctea, y en el caso hipotético de que así fuera, esto no tendría ninguna repercusión en el lactante.
Se debe tener mucho cuidado en la limpieza del pezón después de una inmersión, ya que durante la inmersión puede contaminarse con bacterias que podrían causar trastornos gastrointestinales en el lactante. Esta contaminación, en el caso de que existan grietas en los senos, puede provocar mastitis.

Menstruación y buceo
Los cambios del ciclo mensual femenino no requieren consejos especiales, ni siquiera la menstruación. Sin embargo, los síntomas previos asociados, como cambios de humor; fatiga; estados depresivos; dolores en los senos y articulaciones; disminución de la atención, pueden hacer recomendable realizar inmersiones de menor dificultad (sin necesidad de descompresión). El uso de tampones es totalmente compatible con las inmersiones de buceo.

Los implantes de seno
Los implantes de seno como en el resto de implantes (glúteos, labios, caderas, etc.), se hacen hoy exclusivamente de silicona (polímero de los siloxanos) y de soluciones salinas. La silicona es un material inerte y elástico escasamente compresible y muy estable a los cambios de temperatura y presión.
Su densidad, superior a la del agua varía entre 1.1 y 1.8 g/cm3 con un promedio de 1.35 g/cm3, que le proporciona una flotabilidad negativa. La flotabilidad en el caso de utilizar prótesis de soluciones salinas, no se ve alterada, ya que éstas tienen la misma densidad que el agua.
Por todo ello, las personas que tengan prótesis en cualquier parte del cuerpo deben consultar al cirujano que se las implantó antes de realizar inmersiones y considerar los cambios en la flotabilidad que puedan representar según el volumen, lugar y tipo de prótesis implantadas.