
Un luchador nato que creció en la montaña e hizo de su pasión su profesión: se dedica al mundo de la competencia en el esquí de fondo y la alta montaña, deportes que no están al alcance de todos. En su haber tiene infinidad de títulos y trofeos, aunque no les da más importancia de la que merecen, pues para él lo esencial es poder dedicarse a la montaña, que le ha brindado tantas alegrías y, en ocasiones, derrotas.
Hemos seguido su trayectoria y aquí te compartimos algunas de sus noticias: Kilian Jornet en el Mundial de Esquí de Montaña.
Ha platicado con Yumping y nos contó cómo ha sido su camino, por qué le apasiona la montaña y hasta dónde le gustaría llegar.

Yumping.- Desde muy pequeño has estado rodeado de montaña y nieve. Dinos, ¿a qué edad comenzaste con los deportes de montaña?
Kilian Jornet.- La primera vez que me puse unos esquís fue a los 2 meses, en la carrera de fin de año en La Molina, pero a esquiar en esquí de fondo empecé a los 2 años.
Y.- ¿Fueron difíciles los inicios?
K.J.- ¿Difíciles? No, fue un juego. Mis padres me enseñaron a ir a la montaña divirtiéndome. Y jugar no es difícil, ¡es divertido!

Y.- Una de las ventajas que tuviste es que tanto tus padres como la escuela te inculcaron el amor por la montaña. Pero, ¿cuándo decidiste que querías dedicarte a este deporte?
K.J.- Que practique estos deportes no es casualidad. De niño, vivía con mis padres y mi hermana en el refugio de montaña de Cap del Rec, ubicado en la estación de esquí de fondo de Lles de Cerdanya, en los Pirineos Catalanes. Fue ahí donde empezamos a ir a la montaña y a esquiar. Antes de dar nuestros primeros pasos caminando, ya habíamos recorrido kilómetros en esquís. Para mi hermana y para mí, el deporte era un juego, la única forma de divertirnos allá arriba. Cuando salíamos de la escuela, en verano corríamos por la montaña y los bosques alrededor del refugio, y en invierno hacíamos lo mismo sobre esquís. Además, nuestros padres eran (y siguen siendo) apasionados de la montaña, y en nuestros días libres siempre salíamos a hacer travesías o a escalar cumbres. Así fue que a los 5 años ya habíamos conquistado varios "tresmiles", como el Aneto, el Posets, la travesía integral de los Pirineos y algunas cumbres de 4,000 metros.

Y.- ¿Dónde encontraste más apoyo para dedicarte a esto?
K.J.- En deportes minoritarios, es fundamental tener gente que te apoye y crea en ti. Y muchas veces es la familia. El esquí de montaña requería entrenar antes de ir a la escuela, así que nos levantábamos con Nuria (mi madre) para hacer una Tosa de Alp antes de clases. A menudo nos llevaba a competir, eran viajes largos... Sin todo ese apoyo, y sobre todo ver que en casa la familia disfruta lo que haces y te respalda, es imposible salir adelante.

Y.- ¿Cuándo empezaste en el mundo de la competencia?
K.J.- A los 13 años, cuando estaba en la secundaria. Casi por casualidad, nos enteramos de que existía un Centro de Tecnificación de Esquí de Montaña (CTEMC). Me presenté a las pruebas de selección y ahí conocí el esquí de montaña competitivo. Empecé a entrenar de forma seria y planificada con la gran ayuda de sus técnicos: Maite Hernández, quien me enseñó a entrenar y luchar, y Jordi Canals, quien me transmitió su amor por este deporte y la pasión por la competencia.
Y.- Suponemos que hay mucha rivalidad en los campeonatos. ¿Es difícil hacer amigos en temporada?
K.J.- Al contrario, hay muy buen ambiente. Mis mejores amigos son también mis rivales. Durante la carrera intentas ganar, pero antes y después nos une una gran amistad. ¡A todos nos gusta lo mismo!

Y.- Al igual que tu compañera de profesión, Mireia Mir, a quien también entrevistamos, estudiaste STAPS, el equivalente a INEF. ¿Dónde te gustaría estar dentro de unos años?
K.J.- Donde estoy ahora: en la montaña. Seguir vinculado, de alguna forma, a lo que amo: el esquí de montaña y el trail running. ¿Cómo? No lo sé, tal vez como entrenador, en marketing, en proyectos... pero siempre en la montaña.
Y.- Tras la lesión de rótula que te obligó a retirarte de la competencia en 2006, ¿fue difícil regresar?
K.J.- Después de la lesión, no sabía si podría volver al mismo nivel, lo cual me daba mucho miedo. Por eso entrené muchísimo para regresar a la competencia y al alto rendimiento. Fue a finales de ese verano que volví a correr, con victorias en las Gore-Tex Series y el récord mundial del kilómetro vertical.
Desde entonces, he seguido cosechando éxitos en 2007, lo que me ha permitido continuar con mis proyectos deportivos, apoyado desde diferentes ámbitos.

Y.- Practicas un deporte de superación en el que cada día buscas ir más lejos. ¿Ya llegaste a tu límite o crees que aún puedes superarte?
K.J.- Los límites están para romperlos. Corrí la Ultra Trail del Montblanc, de 168 kilómetros; al año siguiente, la de Córcega, de 190; y después la Tahoe Rim Trail... Pero no solo se trata de distancias; en una carrera también influyen otros factores, como el desnivel, la velocidad, la técnica, etc. A mí me gusta probar todos los retos, pero creo que a veces nos enfocamos demasiado en los logros cuantificables y olvidamos las sensaciones, que son lo más valioso de estas experiencias. Lo importante es acercarse al límite, pero nunca alcanzarlo.

Y.- ¿Cómo es un día en la vida de Kilian Jornet?
K.J.- Depende de la carrera que esté preparando. Normalmente, una semana típica incluye 3-4 horas por la mañana y 1-1:30 horas por la tarde, esquiando en invierno y corriendo en verano. Y esto, los 7 días de la semana.
Y.- ¿Qué hobbies tienes aparte del running y el esquí?
K.J.- Estar en casa tranquilo o en un lago perdido en la montaña. Leer un buen libro, escuchar música para relajarme: Bach, Els amics de les Arts o Ludovico Einaudi. También me gusta dibujar, contemplar el paisaje, escuchar, pintar...

Y.- ¿Cuál es el trofeo que guardas con más cariño?
K.J.- No me gusta guardar trofeos. Conservo algunos que son bonitos, como unas tijeras del Giir di Mont o el leopardo de la WS, pero un trofeo es algo impersonal, artificial, no tiene emoción. Como decía Antoine de Saint-Exupéry: "Lo esencial es invisible a los ojos".
Y.- Tu currículum es muy extenso. ¿Hasta dónde te gustaría llegar?
K.J.- ¿Acaso el hombre vive de currículum? Cuando muera, no me importará haber ganado tal o cual carrera. ¿Qué me ha dejado esto? Patrocinadores, medios, popularidad... Cosas que, en mi estilo de vida, muchas veces asocio con lo negativo, porque me quitan tiempo para estar en la montaña. Me gustaría tener un currículum lleno de emociones, buenos recuerdos, de haber escuchado a personas interesantes, conocer culturas, enriquecerme.

Y.- ¿En qué competencia has disfrutado más? ¿Y en cuál menos?
K.J.- ¿La que más? En muchas, por razones distintas: algunas por el nivel, otras por las amistades, otras por los paisajes. Hay que buscar la magia en cada una.
¿La que menos? En Table Mountains y en Cavalls del Vent este año. No por las carreras en sí, sino porque me sentía muy lejos de quien soy y había perdido el placer de correr.

Por ejemplo, Zegama, en el País Vasco, en carreras cortas (42 km), y la Diagonale des Fous, en la Isla de la Reunión, entre las largas (167 km). Ambas se caracterizan por un ambiente increíble, con miles de personas animando en la montaña... Y la Diagonale des Fous en la Isla de la Reunión. Todo es espectacular.
Y.- ¿Qué consejo le darías a alguien que quiera iniciarse en deportes de montaña?
K.J.- Que disfrute, que no piense en el deporte sin disfrutar del día a día. La mente es el músculo más fuerte que tenemos.

Y.- ¿Cómo decidiste publicar el libro "Correr o morir"? ¿Estás contento con el resultado?
K.J.- No esperábamos un resultado tan bueno. Ha tenido muy buena recepción. Para mí, lo importante fue reflexionar mientras lo escribía y que la gente se motive a ir al monte o a correr al leerlo.

Fotos: Salomon y kilianjornet.cat