Cuenta con el apoyo incondicional de patrocinadores como Trangoworld, la estación de esquí francesa Saint-Lary, la empresa de servicios de montaña Altiservice, Laboratoires le Stum y, como no podía ser de otra forma, la Diputación de Huesca.
¿Quieres conocer a Cecilia mejor?
Yumping.- Técnica deportiva de alpinismo en roca y barrancos con la gran suerte de vivir de lo que más te gusta: el alpinismo. ¿Te ha costado mucho llegar donde estás?
Cecilia Buil.- Llevo toda la vida en realidad, así que me ha costado una dedicación permanente durante muchos años. Pero no buscaba eso, sino vivir de la montaña, aunque no del alpinismo exactamente, pero los años y mi trayectoria me han llevado ahí.

Y.- En 1996 preparaste tu primera ascensión a El Capitán, en la montaña de Yosemite, tan relevante por la reciente conquista del Dawn
C.B.- Wall por parte de los estadounidenses Tommy Caldwell y Kevin Jorgeson. ¿Cómo fue esa sensación?
La primera vez que subí tenía poca idea de lo que era una gran pared, había escalado en roca, tenía experiencia en paredes largas... ¡pero no en dormir en pared!

Fue una gran aventura, nos tomó más tiempo del que esperábamos, nos sorprendió una tormenta, nos quedamos sin comida... Lo más curioso es que llegamos a la cima el día de mi cumpleaños, así que fue muy especial.
Y.- No son muchas las mujeres que se dedican a esta profesión, aunque cada vez sois más. ¿Cómo fue iniciarte en un "deporte de hombres"?
C.B.- Pues... ¡entre hombres! (risas) No me siento incómoda entre chicos porque soy la única hermana entre 4 hermanos y la única prima entre muchos primos de la familia.
No me sentía incómoda, pero entiendo que puede intimidar a muchas chicas al principio, porque después no notas esa discriminación, como puede pasar en otros deportes mayormente masculinos.
También empecé gracias a un hermano que escalaba y no tenía problema en que me fuera con él. La situación puede frenarte, pero también ayudar, y a mí me ayudó mucho.
Y.- ¿Cómo supiste que lo tuyo era la montaña?
C.B.- Me di cuenta a los 17-18 años, porque vi que estaba muy a gusto, feliz, me llenaba y era donde mejor me sentía.
Y.- Has escalado paredes, como la del Gigante, en México, en las que pasaste hasta 15 días colgada. ¿Cómo se lleva eso de dormir a tantísima altura?
C.B.- Se duerme muy bien porque estás muy cansado (risas). Imagínate estar 24 horas en la roca, siempre hay cosas que hacer... así que por la noche duermes muy bien. Es una hamaca pequeña pero cómoda, y yo duermo perfectamente; no ves el vacío, te aísla mucho del mundo y al final del día tienes unas ganas de echarte que no te imaginas (risas).

No recuerdo haber sentido miedo la primera vez, aunque no sabíamos muy bien cómo montar la hamaca, se nos hizo de noche, tardamos 2 horas en armarla... ¡un desastre! Pero recuerdo mucha emoción al despertarme al día siguiente: me encantó. Tanto que después de 4 noches quise repetir. El Capitán, en Yosemite, fue mi escuela.
Y.- En situaciones así, incluso estando sola en la pared, ¿nunca te has preguntado por qué te dedicas a esto?
C.B.- Sí, me lo he preguntado, pero hace tiempo que no. Es como preguntarle a alguien por qué le gusta el color naranja: porque le gusta. El caso es que soy muy feliz.
Y.- ¿Qué se necesita para organizar una expedición de tal envergadura?
C.B.- Se necesita dinero y, si lo tienes, fantástico, pero si no, hay que conseguir patrocinadores, como es mi caso. También se necesita equipo; hay quienes lo hacen solos, pero yo prefiero ir con compañeros. Hay que planear la logística, que varía según el lugar. Por ejemplo, la logística para ir a El Capitán es mínima, pero para ir a Pakistán o Groenlandia hay que hacer muchos trámites.
Hay gastos en equipo, material, comida, viaje... Afortunadamente tengo patrocinadores.

Y.- En 2003 escalaste el acantilado más grande del mundo, en Groenlandia. ¿Qué sentiste durante esa hazaña?
C.B.- Sobre todo, estar en un lugar increíble. Fue una expedición a la que llegamos después de 3 días en kayak, y las sensaciones son indescriptibles: rodeada de fiordos, viendo focas, ballenas, icebergs... alucinante.
Es un lugar remoto, con una sensación de libertad y de exploración, porque nadie había subido por ahí. Después del esfuerzo y el dinero invertido... es un regalo.
Es naturaleza en estado puro, muy salvaje. Estar en un lugar así te hace reflexionar sobre la vida, la rutina del mundo en que vivimos. Debido a la austeridad de esos viajes, donde solo escalas, comes y duermes... disfrutas las cosas de otra manera, valoras más las comodidades.
Además, relativizas la vida. No es que estés entre la vida y la muerte, pero hay situaciones en las que dependes de ti mismo, y eso te hace darle menos importancia a los problemas diarios.
Y.- A veces el clima no coopera y debes cancelar una expedición. ¿Qué piensas en ese momento?
C.B.- Frustración. Sobre todo porque no lograste lo que buscabas. Pero lo tenemos asumido: en la montaña hay condiciones para escalar, y si no se dan, especialmente en hielo, te frustras.

Cuando no puedes subir por factores externos, sientes que fracasas, pero no es lo mismo que si no lo hicieras por miedo.
Si hay mal tiempo, hay mal tiempo. A todos nos gusta que salga bien, porque pones ilusión y tiempo en ello, pero lo aceptamos. Cuando sale bien, además de tu esfuerzo, sientes que tuviste suerte.
Eso sí, en lugares con clima adverso, la escalada es más difícil, pero la satisfacción al lograrlo es mayor.

Y.- Has estado en la Patagonia, glaciares de Pakistán, India, Groenlandia, Karakorum... ¿Cuál es tu lugar favorito?
C.B.- Es difícil (risas). Tengo varios. Quizá hablemos de lugares especiales, que marcaron mi carrera.
Uno es El Capitán, mi escuela, donde aprendí a escalar grandes paredes. Volví muchas veces, casi compulsivamente. Me enseñó mucho.
El Gigante, en México, también es importante. Allí hice mi primera ascensión en 1998, un punto de inflexión que me abrió puertas profesionalmente. Fue mi primera pared de verdad.
Y en los últimos años, el hielo me ha enganchado. Me costó progresar, pero ahora hago rutas que antes ni imaginaba.
Tengo muchos buenos recuerdos, pero sería difícil elegir uno.
Y.- Para quienes no conozcan este deporte, ¿cuál es el entrenamiento necesario?
C.B.- Depende, porque el alpinismo es muy amplio. Desde escalada en bloque (hasta 5 metros) hasta grandes paredes o hielo.
Lo más importante es escalar mucho. Claro que hay que entrenar fuerza, pero también es mental: acostumbrarte a situaciones no naturales. A veces repites situaciones hasta sentirte cómodo.

Por ejemplo, el miedo al hielo solo se supera escalando hielo. Los rocódromos son útiles para técnica, pero es clave practicar en terreno real.
Y.- Una lesión te alejó del alpinismo un año. ¿Qué fue más duro, la lesión o no poder escalar?
C.B.- No poder hacer lo que me apasiona. Fueron meses duros, pero te acostumbras. Al principio estaba desesperada.
Y.- ¿Alguna vez estuviste a punto de rendirte?
C.B.- Sí, en una expedición a Pakistán donde todo salió mal: el equipo no llegó, hubo un ataque a la Mezquita Roja, toque de queda... Llegamos desmotivadas y agotadas.
Perdí la motivación, pensé que nada podría salir peor... Quería irme a casa. Pero afortunadamente no me ha pasado muchas veces.

Y.- ¿Practicas otros deportes de aventura?
C.B.- Esquío (travesía y pista), útil para aproximaciones en hielo. También he trabajado en barrancos, pero como hobby ocasional.
Hago algo de bici, pero anecdóticamente. El alpinismo me llena tanto que no necesito más. Siempre hay cosas que aprender.

Y.- Hace meses escalaste "La Gioconda" en Chile, a más de 4,000 metros. ¿Prefieres roca o hielo?
C.B.- En invierno, hielo. Si hay buena roca y hielo, elijo hielo (risas). Depende de la temporada, ¡pero me encanta el hielo!
Y.- ¿Qué sientes en medio de un glaciar?
C.B.- El hielo es efímero, como escalar en el aire. Es antinatural (necesitas crampones y piolets), pero da una sensación de belleza y limpieza. Me satisface porque avanzé lentamente y ahora disfruto donde antes sentía miedo.

Y.- ¿Seguirás hasta que el cuerpo aguante?
C.B.- Sí, hasta que el cuerpo y los patrocinadores aguanten (risas). Al no ser un deporte de competencia, puedes alargar tu carrera. Depende mucho de la mentalidad y logística. Si no hay lesiones, esa es mi idea.
Hace 15 años no sabía que viviría de esto. Nunca se sabe.

Y.- ¿Cómo fue colaborar con "Al Filo de lo Imposible"?
C.B.- Genial, me encantó trabajar con ellos. Tuve la oportunidad de estar con Carmen Portilla, una gran profesional.
Y.- ¿Y tu experiencia en el Equipo Nacional Femenino de Alpinismo?
C.B.- Muy buena. Aportar para mejorar a gente ilusionada, motivarlas... siempre es positivo.
