El número de personas que practican actividades subacuáticas ha aumentado de manera progresiva en los últimos años. La incorporación de la mujer en todos los ámbitos deportivos ha generado una fuerte presencia femenina en el ambiente del buceo. Esta actividad no implica riesgos para la salud si se toman una serie de medidas de seguridad generalmente bien estudiadas y definidas.

La menstruación no es un impedimento para el buceo


Prácticamente, la totalidad de los estudios en los que se basan las normas y medidas de seguridad han tenido como sujetos a hombres. Pero, ¿estas normas aplican también para las mujeres?

Es importante tener presente que, en algunos aspectos, la constitución femenina difiere de la masculina. Habitualmente, su estado puede cambiar según el ciclo menstrual y la posibilidad de embarazo. En este artículo, trataremos de responder a estas interrogantes, basándonos en los conocimientos más actuales de los que dispone la comunidad científica.

 El buceo tiene un efecto diferenle en el cuerpo de la mujer -999: necesitan varias semanas después del parto para volver a sumergirse



Desde el punto de vista de las actividades relacionadas con el buceo, la diferencia fundamental entre el hombre y la mujer es la menor masa y su distinta composición corporal. La menor masa y el menor porcentaje de grasa tienen, desde un punto de vista teórico, tres importantes consecuencias:

  • Mayor flotabilidad
  • Menor consumo de gases inspirados
  • Mayor capacidad de almacenamiento de gases inertes, como el nitrógeno, gas que, como se sabe, se acumula en el tejido graso y que, con los cambios de presión, causa la formación de burbujas; es el gas que juega el papel determinante en la producción de enfermedades por descompresión.

Aparte de estas diferencias, los estudios realizados actualmente mediante técnicas Doppler (que permiten determinar la cantidad y el volumen de burbujas que se forman por cambios descompresivos y la sintomatología que producen) no establecen diferencias significativas entre ambos sexos.

Probablemente, la mayor cantidad de almacenamiento de gases inertes se compensa con el menor consumo de estos gases. Ya sea por esta u otra razón, basándose en los estudios realizados, las sociedades científicas más calificadas no establecen un mayor riesgo para las mujeres en comparación con los hombres, siempre y cuando se sigan las normas estándar de seguridad.

Embarazo y buceo

En cuanto a situaciones especiales, como el embarazo, la situación cambia. Existen algunos factores de riesgo claramente definidos, como la presencia de un ser en formación muy sensible a ambientes hostiles, especialmente en los primeros tres meses, cuando se produce el desarrollo y la definición de sus órganos.

 Atención a las prótesis



En este periodo, los cambios de presión y el aumento de concentración y presión parcial de gases respiratorios pueden ser peligrosos. Además, durante todo el embarazo se manifiesta una circunstancia especial: el feto no cuenta con un filtro pulmonar que depure sin consecuencias las pequeñas burbujas que se forman durante los momentos de descompresión tras respirar gases inertes. Esto se debe a que, en el feto, no existe circulación pulmonar, ya que la sangre venosa pasa directamente a la circulación arterial después de ser oxigenada y depurada en la placenta a través de la arteria umbilical.

Los estudios experimentales en animales de laboratorio han demostrado la existencia de alteraciones y malformaciones en los fetos cuando las madres gestantes eran sometidas a situaciones de descompresión que, sin embargo, no les causaban daños. Los estudios en seres humanos, por obvias razones, se limitan a la recopilación de algunos casos aislados, la mayoría accidentales, en los que la mujer no sabía que estaba embarazada. En estos casos, no se ha demostrado que se produzcan lesiones o malformaciones.

 La lactancia no es un Impedimento



Existe otra serie de síntomas asociados al embarazo que, en mayor o menor medida, dificultan o impiden cualquier actividad subacuática.

Puede presentarse una mayor dificultad para compensar, debido a la mayor retención de líquidos asociada al embarazo, lo que provoca un estrechamiento de las cavidades que conducen a los senos paranasales y auriculares.

Otro aspecto a destacar es la mayor incidencia de problemas producidos por el movimiento del agua. Las frecuentes náuseas y vómitos asociados a los primeros meses de gestación pueden hacer enormemente difícil la respiración bajo el agua, con el consecuente peligro de ahogamiento.

Actualmente, las recomendaciones unánimes de los expertos y la comunidad científica para mujeres embarazadas son:

  • Las actividades acuáticas superficiales y pequeñas inmersiones en apnea pueden practicarse durante el embarazo sin que esto implique riesgos particulares.
  • No se deben realizar actividades subacuáticas que requieran periodos prolongados en apnea, ni inmersiones con administración de gases respiratorios. En caso de realizarse ocasionalmente por desconocimiento del peligro o accidentalmente, no se recomienda interrumpir el embarazo, ya que no hay pruebas contundentes de que se produzcan efectos secundarios en estos casos.

Después de un parto natural, una mujer debe esperar tres o cuatro semanas antes de volver a practicar buceo, para evitar posibles infecciones vaginales por contacto con el agua antes de que las heridas del parto cicatricen. Durante este periodo, además, podrá recuperar su estado físico previo al embarazo.

 El embarazo no es compatible con el buceo



Si el parto requiere cesárea, deberá evaluarse cuidadosamente el estado de cicatrización de las heridas. Normalmente, conviene esperar alrededor de ocho semanas antes de reiniciar esta actividad.

Antes de retomar las inmersiones, siempre es mejor evaluar los cambios en la condición física producidos por el embarazo y el parto, y no apresurarse a reanudar la práctica antes de recuperar totalmente el estado físico óptimo.

Lactancia

La lactancia no representa un impedimento para practicar buceo, siempre y cuando las condiciones físicas de la madre lo permitan. Solo será necesario adaptar los horarios de las inmersiones con los de las tomas, para evitar desnutrición en el lactante y una tensión mamaria muy molesta durante las inmersiones.




Los cambios de presión no parecen alterar la producción láctea, y las microburbujas que, teóricamente, podrían producirse en la circulación y tejidos de la madre, no afectarían la producción de leche. No se ha demostrado que se formen microburbujas en la secreción láctea y, incluso si así fuera, esto no tendría repercusiones en el lactante.

Se debe tener mucho cuidado con la limpieza del pezón después de una inmersión, ya que podría contaminarse con bacterias que causarían trastornos gastrointestinales en el bebé. Esta contaminación, en caso de existir pliegues en el seno, puede provocar mastitis. La mastitis es una infección causada por diversos gérmenes en las mamas y se manifiesta con: fiebre, dolor, enrojecimiento y endurecimiento de una parte o de todo el pecho. El momento más frecuente en que ocurre es durante la lactancia, debido a la erosión que provoca la boca del lactante en los pezones y a la acumulación de nutrientes, que son el ambiente ideal para la proliferación de gérmenes. El tratamiento consiste en la toma de antibióticos.

Menstruación y buceo

Los cambios en el ciclo menstrual femenino no requieren consejos especiales, ni siquiera durante la menstruación. Sin embargo, la sintomatología premenstrual (que incluye cambios de humor, fatiga, estados depresivos, dolor en los senos y articulaciones, y disminución de la atención) puede hacer recomendable realizar inmersiones de menor dificultad (sin necesidad de descompresión) y prestar mayor atención durante este periodo. El uso de tampones durante las inmersiones no está considerado como una práctica riesgosa.

Prótesis mamarias

Las prótesis mamarias, al igual que otros implantes (glúteos, labios, etc.), se fabrican hoy en día exclusivamente con silicona y solución salina. El aceite de colza, que se propuso como sustituto de la silicona, ha sido descartado por la falta de beneficios reales y la cantidad de riesgos que implica. La silicona es un material inerte, elástico, poco compresible y muy estable ante cambios de temperatura y presión.

Su densidad, superior a la del agua, varía entre 1.1 y 1.8 g/cm³, con un promedio de 1.35 g/cm³, lo que le proporciona una flotabilidad negativa. La capacidad de flotación, en el caso de prótesis de solución salina, no se altera, ya que esta tiene la misma densidad que el agua.

Los estudios realizados en cámaras hiperbáricas, simulando situaciones de inmersiones recreativas con prótesis de silicona y solución salina (no implantadas en el cuerpo), han demostrado que puede producirse absorción de nitrógeno y formación de burbujas, sin que en ningún caso se genere un aumento de volumen que suponga riesgo de ruptura de las prótesis. Las burbujas desaparecen con el tiempo.

La solubilidad del nitrógeno y su absorción son menores en los implantes de solución salina que en los de silicona. No existen estudios controlados en prótesis implantadas en personas.

Dicho esto, es recomendable que las personas con prótesis en cualquier parte del cuerpo consulten al cirujano que las implantó antes de realizar inmersiones y tomen en cuenta los cambios de flotabilidad que puedan surgir según el volumen, posición y tipo de prótesis.