¿Cuándo surgió el globo aerostático?
El globo aerostático, esa enorme esfera de vuelo con la que soñamos subir desde niños, nació a finales del siglo XVIII en Francia. Su invención se debe a los hermanos Montgolfier, quienes se inspiraron en el fenómeno por el cual el papel quemado en la chimenea comenzaba a elevarse en el aire, gracias al principio de Arquímedes, relacionado con el volumen de los objetos y la posibilidad de vuelo bajo ciertas condiciones, como las generadas por el calor.
El primer vuelo en globo de la historia ocurrió en 1783, en un pueblo francés llamado Anonnay. Pero los primeros en disfrutar esta experiencia fueron animales: un gallo, un pato y una oveja, mientras que el primer vuelo con humanos sucedió diez años después.
Curiosamente, nuestro idioma, el español, es uno de los pocos que conserva el término "globo de Montgolfier" (o simplemente "globo aerostático"), rindiendo homenaje así a sus inventores.
¿Cómo está hecho un globo aerostático?
Un globo aerostático se compone de tres elementos principales: el globo, que en los modelos más modernos está fabricado de nylon, un tejido ligero pero con excelente resistencia mecánica; el quemador, también llamado boca del globo, por donde pasa el aire caliente que mantiene el globo en vuelo; y finalmente, la barquilla, conocida comúnmente como canasta, donde viajan el piloto y los pasajeros.
La pregunta más frecuente, que también refleja el mayor temor relacionado con volar en globo, es sobre posibles accidentes y sus consecuencias. Por ejemplo: si un ave perforara el globo, la resistencia del nylon evitaría que el desgarro se expanda, manteniendo estable el vuelo.
¿Cómo se desarrolla un vuelo en globo?
Antes del despegue, el globo se llena de aire para inflarse. Luego, este aire se reemplaza con aire caliente, generado por la combustión dentro del globo y siguiendo el ya mencionado principio de Arquímedes. El quemador es el responsable de elevar el globo.
¿Y después? El globo aerostático solo puede moverse arriba y abajo, a diferencia del dirigible, con el que a menudo se confunde. El dirigible tiene motor, por lo que puede moverse y ser guiado horizontalmente, con métodos y dificultades distintas a las del globo. Este último depende mucho más de las condiciones meteorológicas y, especialmente, de la habilidad del piloto, quien puede aprovechar los vientos para dirigir el globo hacia trayectorias más inusuales y panorámicas.
Para descender, el proceso es casi inverso: hay que enfriar el aire dentro del globo. ¿Cómo? Liberando el aire caliente a través de la llamada válvula de escape. Tanto el ascenso como, sobre todo, el descenso son procesos que ocurren con mucha tranquilidad, de manera lenta y progresiva, permitiendo a los pasajeros disfrutar del paisaje desde diferentes alturas sin miedo.
La altura máxima que alcanza un globo es de 1300 pies (unos 400 metros), y su velocidad suele rondar los 22 km/h.
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