Una vez en las pistas de esquí, no te dejes impresionar al ver las espectaculares pendientes ni permitas que te intimiden los esquiadores expertos con movimientos rítmicos... algún día tú también serás uno de ellos.
La elección del terreno
Lo más importante en una clase de esquí, sin importar el nivel, es el terreno donde practicaremos la técnica. Una elección incorrecta puede dificultar nuestro aprendizaje. Es importante saber que la dificultad técnica de una pista está marcada por el color de las señales que indican su recorrido.
Los colores, en orden de dificultad, son: verde, azul, rojo y negro, y aparecen marcados en el mapa de pistas de cada estación. El área para principiantes generalmente se encuentra en la explanada donde inician los remontes mecánicos de las pistas verdes y azules.
El terreno ideal para un principiante debe ser plano y con nieve suave, para evitar que los esquís se deslicen solos y lograr mejor estabilidad.

Adaptación al equipo
Hay que asegurarse de cerrar bien los ganchos de las botas y ajustarlos de modo que no aprieten demasiado el pie, pero tampoco queden muy sueltos. Es fundamental que los tobillos no se muevan, para lo cual la tibia debe estar siempre apoyada en la parte alta de la bota.
Para ponerse los esquís sobre la nieve, conviene colocarlos paralelos en posición perpendicular a la pendiente natural de la pista (cuando la haya). El siguiente paso es meter la bota en la fijación, asegurándonos que no haya nieve en la suela. Primero nos ponemos el esquí del lado del valle (el de abajo) y después el esquí del lado de la montaña (el de arriba).
Al pisar sobre las fijaciones, los frenos de seguridad se levantan y las suelas de los esquís quedan completamente pegadas a la nieve. Ahora la sensación es diferente, estamos sobre lo que será nuestro medio de transporte y debemos prepararnos para comenzar los primeros ejercicios de adaptación.

La postura natural del esquiador se define por lo siguiente:
- La distancia entre los esquís debe ser igual al ancho de nuestras caderas.
- Los tobillos y rodillas deben estar ligeramente flexionados hacia adelante.
- Los brazos también semiflexionados y separados del cuerpo. Los bastones, en esta etapa de principiantes, solo sirven de ayuda y apoyo en la nieve, para facilitar el desplazamiento.

Ejercicios de adaptación sin moverse
- Levantamos un esquí por la parte trasera, es decir, con el talón del pie.
- Levantamos todo el esquí, es decir, con toda la planta del pie.
- Una vez levantado todo el esquí, lo cruzamos sobre la punta del otro sin tocarlo; al girar el pie hacia adentro, el esquí también gira.
- Una vez levantado todo el esquí, lo cruzamos sobre la parte trasera del otro sin tocarlo; al abrir el pie hacia afuera, las colas también se abren.
¿Para qué sirve todo esto?
Para darnos cuenta que el esquí es como un pie enorme, por lo que debemos aprender a no hacer movimientos bruscos que no controlen su largo. Una apertura muy amplia o un giro incontrolado puede trabar los esquís. Otros ejercicios útiles son:
- Flexiones de rodillas.
- Giros sobre nuestro eje, por ejemplo, mirando hacia atrás.
- Saltos, ¡pero con cuidado!
Conviene hacer los ejercicios lentamente y con atención, pues lo más importante es aprender a conocer el equipo. Familiarizarnos con él es esencial: entre más rápido aceptemos nuestras nuevas dimensiones, más pronto lograremos controlarlas.

Ejercicios de adaptación en movimiento
- Caminar normalmente, como lo hacemos en la calle, levantando un esquí primero y luego el otro, alternando el apoyo de bastones.
- Hacer círculos. Es muy importante controlar los movimientos de apertura de los esquís. Si al hacer un círculo a la derecha abrimos demasiado la punta derecha para iniciar, las colas pueden trabarse al pisarse una con otra. Para evitarlo, se hacen movimientos cortos, procurando que los esquís no se pisen.
- Hacer círculos. Repetir el ejercicio anterior en ambos sentidos.
- Deslizarse. Será la primera vez que nuestro cuerpo se moverá como un bloque compacto sobre los esquís. Para ello conviene recordar la postura natural: esquís paralelos, separados al ancho de caderas, con tobillos y rodillas flexionados hacia adelante. El torso se inclina hacia adelante mientras nos impulsamos con ambos bastones. Es importante no echar el cuerpo hacia atrás, solo hay que dejarse llevar con el desliz. Conviene mantener la velocidad y controlar el equilibrio.
